lunes, 25 de junio de 2012

El robo de Daniela



Lydiette Carrión
Inés Cantú tiene 23 años, viene de un pueblito de Guerrero. Lleva tres años viviendo en Tecamachalco, Naucalpan, Estado de México. El 3 de abril fue a la bodega Aurrerá de Legaria, delegación Miguel Hidalgo (DF). Llevaba una mochila y, en una cangurera, a su pequeña Daniela Ambros, que entonces tenía cuatro meses de nacida.
Inés -cuenta la historia entre sollozos, y se interrumpe a cada momento para decir que nunca pensó que se querían robar a su hija- compró  detergente, pan y algunas cosas para la niña. A la salida, una señora se le acercó. Según Inés era “morena, gorda, se veía paisana”. Ésta le dijo “qué bonita niña”, y le relató que cuatro años atrás había dado a luz a una niña pero ésta había fallecido. De pronto la señora recibió una llamada de celular, contestó a la persona del otro lado de la línea que pronto se verían en Tacuba.
Eran las 4 de la tarde, y la señora la invitó a comer. Inés contestó que ya era tarde, pero al final, relata la joven, se dejó convencer. La señora le pidió sostener un momento a Daniela, y le pidió a Inés que comprara un refresco al interior de la tienda. Inés lo hizo. Cuando salió se habían llevado a su hija.
Inés dio aviso al policía de la tienda. Éste llamó a unos policías de tránsito, que a su vez llamaron a la patrulla. Buscaron a la señora y a Daniela en los alrededores. Al no hallarlas llevaron a Inés al ministerio público de Legaria. Los policías actuaron con rapidez, pero una vez en el ministerio público todo se fue volviendo lento. La joven terminó de poner la denuncia hasta las 11 de la noche.
A Inés nadie le informó ni se puso en funcionamiento la Alerta Amber, que desde mayo se encuentra activa en todo el país, y se supone, genera una alerta desde los primeros momentos en que se roban a un niño. 
Varios días después, la policía tuvo acceso a las cámaras de seguridad de la tienda. La señora se había ido en un taxi. Hasta el 12 de abril, la policía localizó al taxista, quien informó que dejó a la señora en la entrada de un hotel en Tacuba.
Inés ha perdido todo: su familia, su pareja. Pide que si alguien ha visto a esta mujer, con su pequeña, que ahora debe tener seis meses y tiene una orejita más grande que la otra, denuncie. Dice que hay noches en que quiere morir. Su hermana sólo alcanza a decirle: “échale ganas. Sí la vas a encontrar”.

Columna Rendija publicada el 13 de junio de 2012 en El Universal Gráfico

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