Araceli González se levantó y se fue a
trabajar, como todos los días, a las 5 de la mañana. A las 7, su esposo también dejó la casa y dejó a
su única hija, Luz del Carmen Miranda, de 13 años, dormida, pero a los pocos
minutos la llamó para asegurarse de que no había dejado la estufa prendida. La
niña le aseguró que todo estaba bien y colgaron. Volvieron a hablar alrededor
de las 10 de la mañana. Como era Semana Santa, Luz del Carmen iba a pasar todo
el día en su casa, localizada en una vecindad de la colonia Jardines de
Morelos, Ecatepec, Estado de México. Aunque la familia tenía poco tiempo
viviendo en la zona, se sentían seguros ahí. Diez años antes ya habían residido
ahí, y de hecho, ése fue el lugar donde nació Luz del Carmen.
“Pero ya vimos que no. No es seguro”, dice
Araceli, con ironía y tristeza. A las 5:30 de la tarde, el padre de Luz llegó a
casa. Encontró la puerta abierta, la televisión prendida. No había rastro de su
hija. Nadie de la vecindad vio nada.
Antes de desaparecer, Luz del Carmen estaba
estudiando segundo de secundaria. Iba a catecismo los sábados, porque estaba
por hacer su confirmación. “No era una niña conflictiva, era una niña de casa,
de familia. No era de fiestas. Si salía, lo hacía con sus amigas y regresaba
máximo a las seis de la tarde”, relata su madre. “Yo no comprendo por qué pasó
esto. Y pues imagínese, si una niña desaparece dentro de su propia casa, pues en
qué mundo vivimos. Qué país vivimos”.
*Texto publicado en El Universal Gráfico el 12 de junio de 2012.
El viernes 13 de abril, los familiares denunciaron
ante el ministerio público de Ecatepec. Les contestaron que, aunque ella era
menor de edad, su denuncia sólo se haría válida hasta que pasara 72 horas
desaparecida. “De seguro se fue con el novio a tomar unas chelas a Acapulco, y
regresa en tres días”, dijeron los judiciales.
La familia, entonces, quiso hablar con el
niño que se acercó a Luz del Carmen cuando ésta lloraba. Éste, asustado, les
dijo que no sabía nada. Los padres le prohibieron hablar. “Ya no me pudo decir nada”, explica la señora
Araceli. “Los judiciales iban a hablar con él, pero el niño ya falleció”. Pocos
días después de la desaparición de Luz del Carmen, el pequeño fue arrollado por
el tren en Ecatepec. Algunos dicen que fue un accidente. Otros, que un
suicidio.
El 17 de abril, la familia recibió un
mensaje de texto anónimo. Según éste la
niña estaría retenida contra su voluntad. Los policías se dirigieron al lugar
en el que supuestamente estaría la pequeña, pero dijeron no hallar nada.
La policía no ha investigado el celular de
Luz del Carmen, ni número desde el cual llegó el mensaje de texto. Alegaron que
no tenía caso, porque de seguro, para entonces los captores habrían tirado el
chip del celular de Luz del Carmen. Sin embargo, a inicios de junio, el padre
volvió a marcar y entró la llamada. Del otro lado de la línea, un hombre dijo
que había comprado el chip en una agencia telefónica localizada en la colonia
Agrícola Oriental.
“La última vez fue mi esposo a sacar una
copia del acta levantada, y todavía ni habían hecho el papeleo de los mensajes
que nos habían llegado. No lo tenían elaborado. No se encontraba en el
expediente”, refiere la señora Araceli, con amargura.
*Texto publicado en El Universal Gráfico el 12 de junio de 2012.
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