viernes, 26 de abril de 2013

A Marazuba la esperan viva. El secuestro de una MP





Lydiette Carrión
Ciudad de México

Las cámaras de seguridad registraron a la agente del ministerio público Marazuba Teresa cuando sacaba dinero del cajero automático localizado al interior de la procuraduría estatal de justicia de Durango. Minutos después, otras cámaras grabaron mientras la joven, de entonces 24 años, abandonaba el edificio. Salió por el estacionamiento a bordo de un stratus blanco modelo 2002, junto con su compañero de la unidad antisecuestros, Gustavo Campos Reyes. Eran casi las tres de la tarde.
Esa es la única certeza sobre los hechos del 29 de noviembre de 2010, cuando Marazuba, Gustavo, Elberth y Vicente, miembros de la unidad antisecuestros de la procuraduría duranguense, fueron, paradójicamente, secuestrados en las calles de la capital de ese estado.
Los padres de la joven presumen que Gustavo y Marazuba se reunieron con Elberth Espinosa Ferreiro y Vicente Macías Plata para ir a comer. Que los cuatro viajaron en el stratus blanco y en algún momento entre las 4:00 y las 5:30 pm ocurrió el secuestro. Ellos debían reunirse a las seis de la tarde con el entonces procurador estatal, Ramiro Ortiz Aguirre. Jamás llegaron a la cita.
Horas después, los plagiarios llamaron a los familiares de uno de los jóvenes y les exigieron una fuerte cantidad de dinero. Fue hasta entonces que los padres de todos se enteraron que sus hijos habían sido privados de la libertad.
La señora Yolanda y su esposo, el papá de Marazuba, llevan la foto y los datos generales de su hija en una cartulina verde: una joven morena y delgada. Muy bonita. Los dos papás son afables, a pesar de relatar el hecho que los ha devastado.

SIN PALANCAS
En 2009, Marazuba apenas había egresado de la carrera de Derecho, cuando las autoridades federales, a través de la Secretaría de Seguridad Pública, lanzaron una convocatoria para crear unidades antisecuestro a prueba de corrupción en todo el país.
“Esto fue a instancias de la problemática de la señora Miranda Wallace, de Martí, de Gallo. Todos ellos presionaron al gobierno federal para que se hicieran unidades en todos los estados, pero unidades probadas, que no fueran corruptas, compuestas por jóvenes, universitarios, preparados”, explica el padre de Marazuba.
En efecto, las unidades antisecuestro son uno de los modelos que más se han impulsado en los últimos años. Algunos recursos federales de apoyo a las entidades están atados a que existan estas unidades antisecuestro. Según el Informe de Acciones y Resultados de la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia de la XXVIII Sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública diciembre 2009 - mayo 2010, actualmente ya  han quedado integradas en todo el país estas unidades especializadas contra el secuestro, y se han capacitado a 331 funcionarios sustantivos adscritos a estas unidades.
Marazuba acudió al llamado. Presentó los exámenes. “Fue felicitada por sus resultados, porque era una de las más jóvenes”, explica el padre. “Mi hija se hizo sola. Con su preparación fue escalando”, nadie la ayudó ni fue recomendada. La joven probó su capacidad en los exámenes y se quedó. Después asistió a cursos y talleres, algunos de ellos impartidos en el extranjero. Fue asignada a la unidad antisecuestros de Morelos, en atención a crisis.
“Le dijeron que el gobierno federal les iba a dar instalaciones nuevas, equipo y que la unidad iba a estar separada de las procuradurías”. Pero al final no fue así, el presupuesto escaseó y la independencia prometida tampoco fue completamente real.  Aun así la unidad rindió resultados y logró el rescate de varias personas, y la detención de algunas bandas criminales.
A inicios de 2010, el entonces gobernador de Durango, Ismael Hernández Deras, invitó a Marazuba y a otros de sus compañeros de Morelos a trabajar en el norte. A ella en particular la atrajo la posibilidad de ser ascendida como agente del ministerio público, además de tener capacitación en juicios orales, ya que su sueño era trabajar posteriormente en un tribunal federal y hacer una maestría en derecho penal. Los cuatro agentes eran jóvenes, habían pasado los exámenes de confianza. Eran, en suma, probos, honestos.
La madre de Marazuba advierte: “Yo no sabía cómo estaba el norte, cómo estaba todo el país. De haberlo sabido, no la hubiera dejado ir”.
Ese año, 2010, se presentó la cifra de plagios nacional más alta en dos décadas. Fueron denunciados mil 216 casos ante las procuradurías estatales y del Distrito Federal, de acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP). Durango era plaza caliente. Compartía junto con Baja California el quinto lugar en secuestros, con 79  casos (debajo del Estado de México, 172; Michoacán, 137; Chihuahua, 132; y Coahuila, 84).
Los cuatro jóvenes comenzaron a trabajar en Durango desde  agosto de 2010 --un mes después, tomó posesión su nuevo gobernador, Jorge Herrera Caldera--. Relata el padre de Marazuba que sí les cumplieron lo prometido: equipo y tecnología de punta, independencia en sus investigaciones…. hasta el  29 de noviembre, cuando Marazuba, Gustavo, Vicente y Elberth fueron vistos por última vez.
El plagio de los jóvenes no fue hecho público en los periódicos. Sin embargo, el tema del secuestro en Durango alcanzó los medios de comunicación nacionales por otro caso: a inicios de 2011 un comerciante conocido como Don Polo Valenzuela denunció el secuestro de su hijo Leo, cuatro meses antes, en septiembre de 2010, y la presunta colusión de servidores públicos con los grupos criminales en la población de Nuevo Ideal, Durango. Cuatro días después de hacer público su caso, Don Polo también fue asesinado.

SIN DESCANSO
La familia de Marazuba Teresa ni siquiera se ha tenido la cabeza o el ánimo de ir a Durango a recoger las pertenencias que su hija tenía en un departamento que compartía con otras compañeras.
Doña Yolanda relata: “Cuando ella empezó a trabajar, yo no entendía muy bien su trabajo, ni por qué ella nunca descansaba. Traía su radio, su celular, siempre abierto y dispuesta a ayudar a los seres humanos. Pero ahora que yo sufrí el secuestro de ella y sus compañeros, pedí a la Siedo que me ayudara y me pusieron a una persona experta en atención a crisis [la labor que Marazuba realizaba en Morelos]. Y entonces entendí el valor del trabajo que tenía mi hija”. Y es que, explica el secuestro de un ser querido pone a la familia en un estado de locura.
“Sólo lo comprendemos quienes lo hemos vivido. Es un estado de locura, no es normal. Se lo puedo platicar ahorita, pero si usted me hubiera preguntado cuando pasó, no habría podido. Yo era una persona completamente trastornada”.

BÚSQUEDA INFERNAL
Para muchos analistas y periodistas, 2011 marcó la cima de violencia en la agreste entidad, sobre todo por el hallazgo de fosas clandestinas en la capital y otras zonas. Para junio, se habían localizado al menos 219 cadáveres en diferentes grados de descomposición. A mediados de ese mes, y en medio de las presiones desatadas, el fiscal de Durango, Ramiro Ortiz Aguirre, dejó su cargo; alegó motivos personales en su carta de renuncia. Al frente de la Fiscalía, quedó Sonia de la Garza, quien hasta entonces era coordinadora de asesores de la Subsecretaría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada de la Procuraduría General de la República (PGR).
En marzo de 2012, el ex fiscal Ramiro Ortiz fue “levantado” por un comando en la capital del estado, y días después se encontró su cadáver con signos de tortura.
Cada hallazgo de un cementerio clandestino ha sido una nueva tortura infligida a las familias de los jóvenes. “Andamos ahí, buscándolos, esperando no encontrarlos”, agrega el padre de Marazuba. Afortunadamente, hasta ahora ninguno de los jóvenes ha sido hallado en ellas.
El 27 de diciembre de 2011, más de un año después del secuestro, el Diario Oficial de la Federación publicó un acuerdo en el que se ofrecían recompensas para aquellos que ayudaran a esclarecer diversos casos. El más famoso en ese entonces era el de la estudiante de arquitectura de la UNAM, Adriana Morlett, desaparecida en la ciudad de México. La PGR ofreció cinco millones de pesos a quien diera información sobre su paradero (la joven después fue hallada muerta en la zona del Ajusco en el Distrito Federal). Asimismo, ofreció 10 millones de pesos para aquel que informara sobre el paradero de Marazuba, Gustavo, Vicente y Elberth.
Según el Acuerdo publicado, se había acreditado la participación de diversos delincuentes en el caso, la mayoría ya estaban sujetos a proceso, con excepción de Luis Alfonso Guevara Guereca, alias "El Güero Balas", quien hasta la fecha está prófugo.
Del Güero Balas hay poca información pública. Comentarios anónimos en páginas de internet lo acusan de varios plagios en Durango. Quizá la referencia más relevante es un corrido del grupo Adicción Norte Durango: “El Güero Balas”:
Balas para el cuerno/
balas pa' la super/
balas para el R y/
pa lo que se ocupen
El güero comanda/
un equipo en Durango/
si lo ven de negro/
nomás no se asusten/
y el m12 le brinda su apoyo/
pues se lo ha ganado/
ya está comprobado/


ESPERANZA VIVA
El señor Gómez describe a su hija: “Su trabajo era su pasión. Nosotros a veces no entendemos lo que es la pasión en el trabajo. Somos campesinos, agricultores, a veces comerciantes, y tenemos necesidad de trabajar. Pero hay gente que agarra su trabajo como su pasión. Mi hija es una de ellas”.
Cuando podía, Marazuba iba al gimnasio, hacía deporte, le gustaba  nadar. De comer le gustaba sobre todo la fruta. Las pocas fotografías que la joven subió a un perfil en redes sociales muestran el mar de Guerrero, sus amigos, un ser querido, una foto de ella ataviada con los colores de la bandera mexicana.
Doña Yolanda finaliza: “Hay algo que sí le puedo decir: mi hija es una persona noble, trabajadora y siempre dispuesta a ayudar a la gente. Tengo la esperanza de encontrarla viva”.  El pasado 5 de abril, Marazuba cumplió 26 años. 

Texto publicado en Milenio Semanal en mayo de 2012. 

martes, 16 de abril de 2013

Barbie: La buscaron por todo el país... estaba a unos kilómetros de casa





“La autoridad puede presumir que encontró a Barbie, pero la verdad no fueron ellos”. Así resume Lourdes Muñiz el desenlace del secuestro de su hija de 17 años, ocurrido el 8 de agosto de 2011. Apenas en febrero de este año, la familia conoció la suerte que corrió su nena.

A inicios de 2013, mientras esperaban que los atendiera el procurador mexiquense, la señora Lourdes platicaba con otras madres de desaparecidos. Una de ellas sugirió:

–Vayan a Barrientos, porque ahí hay una lista de 25 niñas que no han sido identificadas.

Desde septiembre de 2011, tanto la procuraduría mexiquense como la Procuraduría General de la República habían mandado sendos oficios a todos los semefos, hospitales y cárceles, pero la señora Lourdes y su esposo, Alejandro Reyes, decidieron buscar otra vez.

En el Estado de México hay cerca de 50 semefos. Comenzaron con los dos más cercanos al domicilio de Barbie: Cuautitlán Izcalli y Cuautitlán México.  Lourdes recabó seis casos que coincidían con su hija por edad y sexo. En Cuautitlán México, en particular halló el de una niña de 17 años, localizada el primero de octubre de 2011.

El lunes 25 de febrero, se presentó en Barrientos, donde los registros son más detallados. Le dijeron: “oiga, es que no sabíamos de su caso. No tenemos fotografía de su hija. ¿Qué no fue a Odisea?”. Claro que había ido a Odisea. Más aún, desde enero de 2013, la PGJEM ofrecía una recompensa de 300 mil  pesos.

Vio las fotografías del caso de Cuatitlán México. Con mucha dificultad –por el estado en que se hallaron– logró distinguir la ropa: pants azules, playera de rayas rojas y azules, tenis Converse, chamarra negra. La ropa que su hija llevaba el día del secuestro.

También vio la fotografía del cráneo. Se distinguían los dientes, y con sólo verlos supo que eran los de su hija. Así que buscó los registros de ortodoncia para que los cotejaran. A los pocos días, de manera extraoficial, la policía comentó que había una alta probabilidad de que fuera Barbie, la nena que habían buscado por todo el país, ya que a esas alturas la familia había seguido pitazos, extorsiones y pistas falsas por prácticamente todos los estados de la República: Puebla, Monterrey, Tijuana, el Bajío...

Y Entonces…  Lourdes mira a su esposo y le indica que continúe con la narración.

“…Entonces…”, recapitula el señor Alejandro Reyes, se procedió a hacer todos los trámites de localización y exhumación del cuerpo, enterrado en la fosa común de un pequeño panteón en el Estado de México.

En teoría era una diligencia sencilla. Sólo se debería excavar un espacio de entre 2 y 3 metros cuadrados por seis metros de profundidad. Los policías ministeriales calcularon que el asunto estaría terminado en poco tiempo. Comenzaron el lunes 25  de febrero, pero para el miércoles habían excavado aproximadamente 64 metros cuadrados, por 64 metros de profundidad sin éxito.

“Para que te des una idea, eso es una alberca olímpica. Es muchísimo”, explica el señor Reyes.

“Habían encontrado mezclas de cadáveres, y no solo de fosa común, sino de fosas particulares sin ningún registro o control.  El cuerpo de justicia dejó sus labores y se dedicó por tres días a excavar, porque no confiaban en la gente del panteón; temían que debido al desorden y probable corrupción en el manejo de restos humanos, les dieran otra osamenta.  “Les dije que me lo imaginaba como una fosa de Hitler”, recuerda Lourdes. “Y me dijeron, ‘sí, señora. Así es’”.

“Llegaron con las manos llagadas, con ampollas por estar cargando carretas, porque no podían meter maquinaria. La verdad fue una labor muy reconocible y muy ardua, por parte de ellos”.

El jueves 28 de febrero, finalmente encontraron la osamenta, pero no su ropa ni efectos personales, los cuales servirían para investigar el caso, que sigue impune. El señor Reyes recuerda: de 10 personas interrogadas por el caso de mi nena, seis mintieron en sus declaraciones ministeriales. A ninguna se le preguntó qué hizo el 8 de agosto de 2011, cuando fue secuestrada.

En ocasiones, matiza  el señor Reyes, ni siquiera se trata de falta de disposición de los ministeriales, sino de las condiciones en que trabajan. Como ejemplo, una vez reclamaron a los agentes antisecuestros por qué no habían enviado determinado oficio. Éstos respondieron que no tenían computadora. “Ellos trabajan con sus laptops personales todas desvencijadas”, dice Lourdes. La familia de Barbie terminó  por comprarles una.


***
La mañana del 8 de agosto de 2011, María Bárbara Reyes Muñiz salió de su casa alrededor del mediodía. Se comunicó con su mamá mediante el servicio de mensajería de Blackberry, y le dijo que iba con “una amiga de la escuela” al centro comercial Luna Park. Tuvo comunicación con su novio a las dos de la tarde, pero después ya no contestó los mensajes de nadie. Alrededor de las cinco, preocupada, la mamá pidió a sus otras hijas que la acompañaran a Luna Park. Buscaron a Barbie en las tiendas, el cine, mostraron fotos a los policías. Nadie la había visto. Pasaban de las 7 de la noche y la mamá salía del centro comercial cuando llegó el primer mensaje del secuestro. “Mira la cosa esta así […],quero 500mil pesos para mañana a las 11 no estas para poner condiciones y no me importa hablar contigo hasta mañana. Obviamente nada de policías […]” (SIC).

A las nueve de la noche, recibieron otro mensaje:

“Tu crees que somos pendejos o que, vivo demasiado cerca como para no notar que ya hiciste tu desmadre […], si quieres a tu hija te necesito en 5 horas en queretaro con la camioneta y sus papeles asi como el matiz y sus papeles […] solo te quiero a ti, tus hijas […]” (SIC).

El señor Reyes Aceves se trasladó al ministerio público. Regresó a casa con un negociador de la policía. Enviaron un mensaje a los secuestradores entre las 11:30 y las 12 de la noche, pero éstos ya no respondieron.

**Texto publicado en El Universal Gráfico el 15 de abril de 2013.

***Más información: "Barbie: con la ley en contra".

jueves, 4 de abril de 2013

El homicidio del poeta





Como todos los sábados, el 29 de marzo de 2012, David fue a la casa de su amigo el poeta y traductor Guillermo Fernández, en un fraccionamiento de la colonia Científicos, Toluca. Tocó, pero nadie abrió. Al ver esto, una vecina le comentó que el día anterior un policía preventivo fue a preguntar por don Guillermo, ya que a unas cuadras de ahí, alguien había dejado un auto con el motor en marcha, la llave puesta y las puertas abiertas, estorbando una entrada. Revisaron los documentos del auto y supieron que pertenecía al poeta.

Ese viernes policía y vecinos habían tocado sin resultados. Pero nadie se inquietó. El policía dijo que movería el auto y guardaría las llaves. Dejó dicho que cuando apareciera el dueño lo buscara en la comandancia.

Cuando escuchó lo anterior, David se alarmó. Corrió a la calle donde había sido estacionado el coche y vio que seguía ahí. Llamó entonces a otro amigo de Guillermo, Santiago Matías, quien a su vez dio voz de alarma con varios conocidos.

Se congregaron los amigos a la puerta. Una vecina explicó que vio a Guillermo por última vez el jueves alrededor de las 7 de la noche, él bajaba de su auto –el que aparecería abandonado–, con las bolsas del súper. Otra dijo que vio luz en la estancia alrededor de las 9:00 pm, se oían voces y música.

Los amigos forzaron la entrada: al centro de la estancia, estaba el cuerpo de Guillermo. Había sido atado de pies y manos con los cables de su propio equipo de sonido y embozado con cinta canela. Presentaba un golpe en la cabeza, pero el reporte forense determinaría que había muerto por asfixia.

La casa fue revuelta. Pero al hacer un inventario nada faltó. Los amigos niegan que haya sido un robo. Pero no pueden saber nada más. En la procuraduría mexiquense dicen que sólo hablarán con la familia.

Guillermo Fernández había dejado su hogar en Guadalajara a los 8 años de edad, y ya no mantenía relación con la familia de sangre. Sus lazos entrañables eran los amigos y alumnos. Pero para la ley no es así. Si bien algunos sobrinos han mantenido la disposición de hacerse cargo de los asuntos legales, viven muy lejos. Nadie empuja el caso del poeta, a los que les importa la ley se los prohíbe. Ha pasado un año, y todo indica que el crimen quedará impune.

Glosario de supervivencia:
Jacarandas. Milagro anual que engalana la Ciudad de México.



* Para leer poemas de Guillermo Fernández... 

*Columna rendija publicada el miércoles 3 de abril de 2013 en El Universal Gráfico. 

La supervivencia después del escape




Lydiette Carrión

Estrella es cualquier adolescente mexicana. Sudadera, jeans, un poco de acné.  Con cara de niñita no aparenta ni sus 16 años; sólo se permite un acto de coquetería: el rímel, que convierte sus ojos en dos girasoles negros. Quien la viera no podría imaginar que, cuando tenía 14 años, fue secuestrada junto con una prima de la misma edad, y explotada sexualmente por una red de tratantes, desde el 27 de enero al 14 de abril de 2011. Así son las víctimas: invisibles. Pueden ser la chica que pasa al lado.

A los cinco días de ser levantada, Estrella fue violada por 23 hombres, y explotada en bares sobre carreteras del estado de Puebla; sus captores la drogaban y amenzaban.

Pero escapó  bajo condiciones que casi nadie logra remontar. Superó la falta de claridad mental que le dejaban las drogas, la privación de alimentos y sueño, y aprovechó una oportunidad, sabiendo que si fallaba no la contaría. Pasó al menos un día y medio en un viaje azaroso, hasta que llegó a casa, en un poblado del Estado de México. El 15 de abril, la policía rescató a su prima y al menos 4 adolescentes más y detuvo a 10 personas.

Ahora, a  los 16, Estrella relata la segunda parte de su historia; quizá no tan novelesca, pero definitivamente no menos heroica: la supervivencia después del escape.

Junto a su prima, regresó a su pueblo, donde todo el mundo supo lo que les pasó, publicado con nombre y apellidos en el diario local. Las niñas de su edad no creyeron que fueron secuestradas y las culparon. En la calle les gritaban “sidosas”. Rechazadas y lastimadas, dejaron de estudiar por casi dos años.

Estrella se encerró en su cuarto. Pasaba los días drogándose, bebiendo y fumando. No pudo detener la adicción que desarrolló en su cautiverio. “Me volví bien amargada”, dice. “Le gritaba a mi mamá: ‘¿Por qué no me buscaste?, si yo hubiera tenido una hija la hubiera buscado hasta debajo de las piedras’”. Lo cierto es que su familia sí la buscó. Peinó todos los pueblos y barrancas aledañas, así como poblados de Morelos e incluso Puebla. Sólo que se las llevaron más lejos.

A finales de 2011, llegaron sus 15 años. No hubo celebración. En casa no había ni gas ni comida. El salario de su padre como obrero había sido rebasado por los gastos de la búsqueda. Entonces una fundación supo del caso y se puso en contacto.

Estrella vivió un tiempo en el albergue de la fundación Camino a Casa. Poco a poco dejó su adicción a las drogas.  “Hace un mes dejé de fumar”, agrega, orgullosa, en una cafetería de la colonia Condesa. Para ello fue clave relatar lo que le había pasado.

Ya había regresado a casa, pero el único de los acusados que ha sido liberado –porque al momento de su detención tenía 17 años– fue a buscarlas. Por seguridad, Estrella tuvo que irse de su pueblo.

Hace poco supo  que todos los delitos del fuero común (en tribunales poblanos) se cayeron: lenocinio, corrupción de menores y secuestro. Aunque Estrella se presentó como testigo de un asesinato, jamás se inició proceso. Ahora sólo queda el juicio por cargos federales: delincuencia organizada. Decidió darle seguimiento. Va con frecuencia a PGR y en muchas ocasiones sale llorando: traspapeleo de expedientes, jamás dieron seguimiento a las otras víctimas...

“Ha habido momentos en que me he tirado al suelo a llorar y digo ‘ya me cansé, ya no puedo, ya no quiero… pero luego viene a mi pensamiento: ¿Valió o no valió la pena escaparme, que una niña diera su vida, para que yo me quede ahí, tirada, diciendo que la vida no vale nada?”. Estrella llora.

Ha presentado las primeras asignaturas para terminar la secundaria. Su materia favorita es Historia.  “Me encanta”, dice, y se le iluminan esos ojazos negros, salpicados de lágrimas. Agrega: “quiero ser abogada y ayudar a otras víctimas de trata”. Esas víctimas invisibles, que pueden ser la chica que pasa al lado… 

* Texto publicado el martes 2 de abril de 2013 en El UniversalGráfico.