lunes, 1 de abril de 2013

La Bestia de Iztapalapa




Lydiette Carrión

Era el 30 de junio de 1764, en Gévaudan, una antigua región al centro de Francia. Ese día fue hallado el cadáver parcialmente devorado de Jeanne Boulet, de 14 años. Este fue el inicio de una serie de ataques que asoló la región por años. Algunos sobrevivieron y hablaron de “una bestia”, “un lobo muy grande”, “un hombre lobo”. A la Bestia se achaca la muerte de más de 70 personas y ataques a más de cien.

Entonces la gente comenzó a cazar lobos, casi los exterminaron, pero los ataques no cesaron. Algunos casos fueron singulares. Por ejemplo, el de Jeanne Tanavelle, de 25 años, hallada con los pechos comidos, la cabeza separada del cuerpo y semienterrada. Aunque la decapitación y el entierro eran evidentemente obra de un humano, la muerte de Tanavelle fue solo atribuida a la Bestia.  

Pasó el tiempo, y la corona francesa comenzó a ponerse nerviosa. Envió a “expertos”, que mataron al primer lobo que hallaron y lo presentaron en Versalles. Oficialmente el problema se había acabado.

Los ataques continuaron, pero como el rey había mandado acallar el asunto, a partir de este punto la historia se encuentra oscurecida. La hipótesis de un médico, sin embargo, destaca: la Bestia de Gévaudan era en realidad un perro entrenado por Jean Chastel que –se rumoraba en la región– era un hombre criminal.

Esta historia puede echar un poco de luz sobre los perros de Iztapalapa.

Consideraciones:

*En el mundo sí se han documentado ataques mortales de perros. Pero han sido esporádicos y aislados.

*También han sido raros los ataques de dingos. El caso más conocido es el de una bebé desaparecida  y muerta en 1980, Australia. Sus padres aseguraron que un perro se robó a la pequeña Azaria. La policía no les creyó y en 1982 la madre fue condenada por asesinato. Varios años después, la ropa de la bebé fue hallada cerca de una guarida de dingos. Liberaron a la madre, pero el caso ha sido reabierto, por dudas de la policía.

* Hace unos días, el hijo de 11 años de Guillermina Mondragón tuvo que enterrar a su perro. Las mascotas de todos los vecinos de la 1ª cerrada de Camino Viejo a Cuernavaca (Topilejo) fueron envenenados. El pequeño quiso enterrar la comida para que no murieran más perritos. Se intoxicó y pasó una noche en el hospital.

Los perros del DF son cazados, como hace tres siglos, los lobos de Francia. 


*Columna Rendija publicada en El Universal Gráfico el 23 de enero de 2013 

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