Para cuando la policía colombiana
descubrió que había decenas de niños asesinados en diversos
departamentos (provincias) de ese país, y que podía deberse a un
homicida serial, Alfredo Garavito Cubillo ya había torturado y
matado a más de un centenar de menores. El peor asesino en serie de
América Latina llevaba siete años activo. Pasarían casi tres años
más para que lo atraparan en 1999.
Las cifras de Garavito no son claras:
unos contabilizan 200 niños asesinados; otros 170; el homicida
reconoció 140.
En 2005, el fiscal colombiano Álvaro
Vivas Botero, dictó en nuestro país su conferencia magistral “El
caso Garavito: homicida serial”, y abordó las coincidencias del
caso con los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez.
En ese entonces Vivas Botero enfatizó
que Garavito había podido actuar con impunidad durante muchos años
porque no había comunicación entre las policías de las diferentes
provincias de Colombia.
Si hubiera existido esta colaboración,
incluso se le hubiera podido detener antes de que empezara a matar,
ya que antes había abusado y torturado alrededor de 200 niños.
Vivas Botero cuestionó: ¿Existe en la República Mexicana, una base
de datos con todos los desaparecidos?, ¿existe intercambio de
información entre procuradurías?
En días recientes, la policía
mexiquense aprehendió -para luego dejar escapar- al “Coqueto”,
presunto violador y asesino que operaba en el Estado de México y el
Distrito Federal. Se le vincula con al menos siete feminicidios de
jovencitas.
En la Ciudad de México, cuya mancha
urbana cubre el Distrito Federal y el Estado de México, si bien hay
ejercicios de colaboración entre procuradurías, el caso de “El
Coqueto” vuelve a poner el tema en la balanza.
Se han detectado, por ejemplo, casos en
que violadores detenidos en el Distrito Federal ya tenían
antecedentes en el Estado de México. Pero la procuraduría
capitalina se enteró hasta que había asegurado al sospechoso. Con
un intercambio pleno de información, se evitarían muchos delitos de
alto impacto.
Cabe preguntarse si una colaboración
más profunda entre las procuradurías mexiquense y capitalina
hubiera permitido una detención más rápida de “El Coqueto”.
(Aunque frente al escape del presunto feminicida, quien se fugó
por una ventana incluso estando esposado y vigilado, quizá las
preguntas deban ser otras.)
*Columna publicada el miércoles 29 de febrero de 2012 en El Universal Gráfico.
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