“La autoridad puede presumir que encontró a Barbie, pero la
verdad no fueron ellos”. Así resume Lourdes Muñiz el desenlace del secuestro de
su hija de 17 años, ocurrido el 8 de agosto de 2011. Apenas en febrero de este
año, la familia conoció la suerte que corrió su nena.
A inicios de 2013, mientras esperaban que los atendiera el
procurador mexiquense, la señora Lourdes platicaba con otras madres de
desaparecidos. Una de ellas sugirió:
–Vayan a Barrientos, porque ahí hay una lista de 25 niñas
que no han sido identificadas.
Desde septiembre de 2011, tanto la procuraduría mexiquense
como la Procuraduría General de la República habían mandado sendos oficios a
todos los semefos, hospitales y cárceles, pero la señora Lourdes y su esposo,
Alejandro Reyes, decidieron buscar otra vez.
En el Estado de México hay cerca de 50 semefos. Comenzaron con
los dos más cercanos al domicilio de Barbie: Cuautitlán Izcalli y Cuautitlán
México. Lourdes recabó seis casos que coincidían
con su hija por edad y sexo. En Cuautitlán México, en particular halló el de una
niña de 17 años, localizada el primero de octubre de 2011.
El lunes 25 de febrero, se presentó en Barrientos, donde los
registros son más detallados. Le dijeron: “oiga, es que no sabíamos de su caso.
No tenemos fotografía de su hija. ¿Qué no fue a Odisea?”. Claro que había ido a
Odisea. Más aún, desde enero de 2013, la PGJEM ofrecía una recompensa de 300
mil pesos.
Vio las fotografías del caso de Cuatitlán México. Con mucha
dificultad –por el estado en que se hallaron– logró distinguir la ropa: pants
azules, playera de rayas rojas y azules, tenis Converse, chamarra negra. La
ropa que su hija llevaba el día del secuestro.
También vio la fotografía del cráneo. Se distinguían los
dientes, y con sólo verlos supo que eran los de su hija. Así que buscó los
registros de ortodoncia para que los cotejaran. A los pocos días, de manera
extraoficial, la policía comentó que había una alta probabilidad de que fuera Barbie,
la nena que habían buscado por todo el país, ya que a esas alturas la familia
había seguido pitazos, extorsiones y pistas falsas por prácticamente todos los
estados de la República: Puebla, Monterrey, Tijuana, el Bajío...
Y Entonces… Lourdes
mira a su esposo y le indica que continúe con la narración.
“…Entonces…”, recapitula el señor Alejandro Reyes, se
procedió a hacer todos los trámites de localización y exhumación del cuerpo,
enterrado en la fosa común de un pequeño panteón en el Estado de México.
En teoría era una diligencia sencilla. Sólo se debería
excavar un espacio de entre 2 y 3 metros cuadrados por seis metros de
profundidad. Los policías ministeriales calcularon que el asunto estaría
terminado en poco tiempo. Comenzaron el lunes 25 de febrero, pero para el miércoles habían
excavado aproximadamente 64 metros cuadrados, por 64 metros de profundidad sin
éxito.
“Para que te des una idea, eso es una alberca olímpica. Es
muchísimo”, explica el señor Reyes.
“Habían encontrado mezclas de cadáveres, y no solo de fosa
común, sino de fosas particulares sin ningún registro o control. El cuerpo de justicia dejó sus labores y se
dedicó por tres días a excavar, porque no confiaban en la gente del panteón;
temían que debido al desorden y probable corrupción en el manejo de restos humanos,
les dieran otra osamenta. “Les dije que
me lo imaginaba como una fosa de Hitler”, recuerda Lourdes. “Y me dijeron, ‘sí,
señora. Así es’”.
“Llegaron con las manos llagadas, con ampollas por estar cargando
carretas, porque no podían meter maquinaria. La verdad fue una labor muy
reconocible y muy ardua, por parte de ellos”.
El jueves 28 de febrero, finalmente encontraron la osamenta,
pero no su ropa ni efectos personales, los cuales servirían para investigar el
caso, que sigue impune. El señor Reyes recuerda: de 10 personas interrogadas
por el caso de mi nena, seis mintieron en sus declaraciones ministeriales. A
ninguna se le preguntó qué hizo el 8 de agosto de 2011, cuando fue secuestrada.
En ocasiones, matiza
el señor Reyes, ni siquiera se trata de falta de disposición de los
ministeriales, sino de las condiciones en que trabajan. Como ejemplo, una vez
reclamaron a los agentes antisecuestros por qué no habían enviado determinado
oficio. Éstos respondieron que no tenían computadora. “Ellos trabajan con sus
laptops personales todas desvencijadas”, dice Lourdes. La familia de Barbie
terminó por comprarles una.
***
La mañana del 8 de agosto de 2011, María Bárbara Reyes Muñiz
salió de su casa alrededor del mediodía. Se comunicó con su mamá mediante el
servicio de mensajería de Blackberry, y le dijo que iba con “una amiga de la
escuela” al centro comercial Luna Park. Tuvo comunicación con su novio a las
dos de la tarde, pero después ya no contestó los mensajes de nadie. Alrededor
de las cinco, preocupada, la mamá pidió a sus otras hijas que la acompañaran a
Luna Park. Buscaron a Barbie en las tiendas, el cine, mostraron fotos a los
policías. Nadie la había visto. Pasaban de las 7 de la noche y la mamá salía
del centro comercial cuando llegó el primer mensaje del secuestro. “Mira la
cosa esta así […],quero 500mil pesos para mañana a las 11 no estas para poner
condiciones y no me importa hablar contigo hasta mañana. Obviamente nada de
policías […]” (SIC).
A las nueve de la noche, recibieron otro mensaje:
“Tu crees que somos pendejos o que, vivo demasiado cerca
como para no notar que ya hiciste tu desmadre […], si quieres a tu hija te
necesito en 5 horas en queretaro con la camioneta y sus papeles asi como el
matiz y sus papeles […] solo te quiero a ti, tus hijas […]” (SIC).
El señor Reyes Aceves se trasladó al ministerio público.
Regresó a casa con un negociador de la policía. Enviaron un mensaje a los
secuestradores entre las 11:30 y las 12 de la noche, pero éstos ya no
respondieron.
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