jueves, 12 de noviembre de 2009

Las muertas que cambiaron mi vida


Hay historias, coberturas de historias, que me han marcado de manera vital como ser humano; que me hacen reflexionar sobre el papel que pretendo jugar en la vida, mediante una actividad o mediante la escritura. Esas historias son pocas.

He cubierto grandes eventos que han definido la vida de México, pero en el fondo de mi corazón me valen madre. Nunca fue vital entrevistar al “zar antidrogas de EU” o estar en Yucatán durante la firma del Plan Mérida.

En cambio, historias pequeñas me han cimbrado. Tal es el caso del asesinato de una niña mexicana de 16 años en San Francisco, hace ya varios años. Recientemente, el caso de otra joven, Alí Dessiré Cuevas Castrejón, ha revivido la herida que me dejó conocer, después de su muerte, la vida de Yesenia Nungaray.

Decidí escribir sobre el homicidio de Yesenia hace unos tres años, debido a una nota en los periódicos de Estados Unidos que referían cómo unos detectives de la Bahía de San Francisco habían logrado identificar, después de tres años de esfuerzos, a una adolescente asesinada. Me llamó la atención debido a que usaron avanzadas técnicas forenses en la identificación, y porque los policías se habían empeñado en la resolución de un crimen contra una mexicana.

Pero cuando fui, por primera vez, a Yahualica, Jalisco, se me rompió el corazón. El ejercicio de conocer a una niña asesinada me dejó seca, vacía por dentro, durante varias semanas.

El seguimiento del asesinato de Alí me hizo recordar a Yesenia. Mandé un mensaje a una amiga de la madre de Yesenia. Me dijo que el homicidio sigue impune, a pesar de que todos conocen al asesino y todos saben dónde está.


Identifican en EU a mexicana asesinada en San Francisco





El 1 de mayo de 2003, el cadáver de una migrante “hispana” de entre 12 y 17 años fue hallado dentro de una mochila de lona verde atrás de un restaurante Carrows, en la comunidad de Castro Valley, en el área de la Bahía de San Francisco, Estados Unidos. Fue sofocada con un trapo que fue empujado por su garganta; llevaba aproximadamente 10 días muerta.

Este tipo de crímenes generalmente engruesa la carpeta de casos sin resolver. Pero en esta ocasión, los policías a cargo nunca lo cerraron. A mediados de diciembre pasado, luego de más de tres años, lograron identificar a la víctima: Yesenia Nungaray, originaria de Yahualica, Jalisco, quien acababa de cumplir 16 años y llevaba tres semanas en EU cuando fue asesinada.

Antes de su muerte, la joven vivió en compañía de Miguel Ángel Núñez Castañeda, quien alguna vez trabajó como lavaplatos en el restaurante Carrows y ahora es “persona de interés” en el caso. La policía de EU lo sigue buscando.


En una maleta

Cuando fue hallada, la adolescente vestía un pantalón de pijama a cuadros verde y una blusa azul con rojo, de la marca Tommy Hilfiger, traía puesto un solo calcetín corto con dibujo de copos de nieve, llevaba las uñas de los pies pintadas; la mitad del cabello, castaño y ondulado, se encontraba recogido por una pinza con forma de mariposa. Traía unos aretes de oro pequeños.

El grado de descomposición no permitió que la policía tuviera una idea clara del rostro de la adolescente, a la que se llamó “Castro Valley Jane Doe” (todas las personas sin identificar en EU reciben el genérico Jane o John Doe). Sólo fue posible realizar un dibujo sobre su probable apariencia.

La autopsia reveló otros datos: era muy joven, no había rastros de alcohol o drogas en su organismo; era saludable y no tenía ni una sola carie. Medía 1.55 metros y pesaba aproximadamente 50 kilos.

La tranquila comunidad de Castro Valley y su policía se conmocionaron por el caso. Les perturbó que nadie reportara desaparecida a la joven, a pesar de que el caso fue ampliamente difundido por televisión y radio.

Al terminar la autopsia, sólo quedaba cremar los restos, pero la comunidad se negó a ello: mediante aportaciones le dio a Jane Doe una sepultura, en cuya lápida se leía “Hija de Dios desconocida”. Durante más de tres años, los pobladores colocaron flores en su tumba. La adoptaron.

Scott Dudek, encargado de investigar el caso para el alguacil de Alameda County y su equipo, también la adoptaron. Se propusieron no cerrar el caso hasta identificarla, y lo lograron. Ahora buscan al asesino.


Ciudad Juárez, pista falsa


En febrero de 2006, un informante anónimo vinculó a Jane Doe con un indocumentado mexicano de los Altos de Jalisco llamado Miguel Ángel Núñez Castañeda. La policía entrevistó al joven alrededor del mes de septiembre de ese año, pero éste desapareció dos días después.

Entonces, Scott Dudek mandó exhumar el cuerpo de Jane Doyle, para que la artista forense Gloria Nusse realizara una escultura de su rostro.

El pasado 8 de diciembre, cinco policías de EU se presentaron en el pueblo de Yahualica, en los Altos de Jalisco. Llevaban bajo el brazo el busto de la muchacha y cientos de volantes en los que se pedía identificar a la joven y dar información sobre Miguel Ángel Núñez.

Yahualica es uno de los poblados jalicienses con más expulsión de migrantes a EU. En su paisaje árido, viven mujeres, niños y ancianos la mayor parte del año. También es una zona de influencia del narco, admiten incluso los miembros de la policía municipal.

Pero la gente de ahí no “hace maldades” en México, sino que algunos se dedican al narcomenudeo en EU. De ello dan prueba las flamantes camionetas y cuatrimotos que se pasean por el pueblo, siempre bajo el ritmo de la tambora. Pero los de Yahualica dicen que los verdaderos narcos son de Agua Colorada, de donde es originario Miguel Ángel.

De la migración dan cuenta los jóvenes cholos que caminan por las calles: rapados, con bigote, con ropa holgada. Cuando llegaron los policías de EU, la gente no dio crédito que se hiciera todo ese esfuerzo por una muchacha muerta. Creía que venían por algo más.

Los chicos del Centro de Bachillerato de Estudios Tecnológicos y Agropecuarios identificaron a Yesenia. Llevaron a los policías con la madre, María del Carmen Becerra.

La madre no ha querido dar entrevistas, pero ha afirmado a sus amigos: “Cuando le reclamé a Miguel Ángel dónde estaba mi hija, me dijo que se había ido con sus parientes en Las Vegas. Incluso, me reclamó que se había llevado su mochila de la lavandería. Es la misma mochila en donde la encontraron”.

Ahora, exige justicia. Pero la policía local revira: “No podemos hacer nada. No hay una orden de aprehensión”. Miguel Ángel, dicen en el pueblo, está en la sierra.
La comunidad de Castro Valley hará donaciones para transportar los restos de Yesenia y se entierren en Yahualica.


YESENIA NUNGARAY VIVÍA CON EL PRESUNTO ASESINO


Una semana antes de ser asesinada en Estados Unidos, Yesenia Nungaray llamó en dos ocasiones a su familia en México para decir que no se sentía a gusto viviendo con Miguel Ángel Núñez Castañeda.

Éste era un “buen amigo” de la madre de Yesenia, María del Carmen Becerra. Ahora es considerado “persona de interés” en el caso.

Cuatro días después de la fecha en que Yesenia pudo ser asesinada, Miguel Ángel viajó a Yahualica y se presentó ante la madre de la niña, y le reclamó que ella se había llevado su mochila de la lavandería, la misma en la que fue hallado el cuerpo.
El 1 de mayo de 2003, el cadáver de Yesenia fue hallado detrás de un restaurante en la comunidad de Castro Valley, en el área de la bahía de San Francisco, Estados Unidos. En el negocio en el que trabajaba Miguel Ángel como lavaplatos.

Pasarían más de tres años antes de que la policía, encabezada por el sargento Scott Dudek, lograra identificar el cuerpo.

Al hablar del asesinato de la joven, un policía de Yahualica dijo que ese tipo de “detallitos” ocurren a menudo, debido al constante tránsito de personas. Nadie sabe lo que está haciendo el otro en EU. Lo extraordinario en este caso fue el interés de la policía estadunidense.

Infancia difícil


Yesi (como la llaman quienes la querían) no terminó la primaria.
Sus padres se separaron cuando ella tenía 6 años. Su madre, María del Carmen Becerra, tuvo que trabajar casi todo el día. Su padre de-sapareció del pueblo cuando tenía 9 años. La niña creció sola.

A los 11, comenzó a buscar una salida e intentó escapar de casa.

En junio de 2001, a los 14 años, recibió dinero de unos familiares que vivían en EU y, a escondidas de su madre, se fue a Tijuana. Ahí estuvo tres semanas sin que ningún familiar o amigo le ayudara a cruzar la frontera por temor al enojo de su mamá. Uno de sus tíos finalmente reflexionó que era más peligroso dejar a una niña sola en Tijuana a que viviera con sus parientes en California.

En California, y a pesar de no haber concluido la primaria, Yesenia terminó el equivalente a la secundaria con muy buenas calificaciones y aprendió inglés. Al cabo de unos meses, dejó el soleado sur de California y se fue a Las Vegas, Nevada, con otros familiares.

Durante todo ese tiempo, envió cartas y fotografías a sus familiares y amigos en Yahualica. Una foto tomada en un estudio llegaría a su madre con la siguiente advertencia: “Si vas a ampliar una foto, que sea ésta”. Sobre un fondo lleno de morados y púrpuras se encuentra Yesenia, vestida con un ajustado y bonito vestido también morado, maquillada y coqueta.

Pero Yesenia comenzó a extrañar a su familia, su casa, su mamá. Decidió regresar a Yahualica, donde permaneció ocho meses. Se enamoró y le rompieron el corazón. Decidió emigrar nuevamente.

Yesenia quería estudiar. También quería tener una niña a la que llamaría Yessica; el nombre de Yesenia no le gustaba. Su canción favorita era A quién le importa, interpretada por Thalía. Sus amigos dicen que era una buena muchacha, no le guardaba rencor a nadie, y era muy popular.

Yesi le dijo a su mamá que regresaría a EU, pero le pidió que se fuera con ella. La madre no aceptó, pero decidió apoyarla.

Un amigo de María del Carmen, Miguel Ángel Núñez, le dijo a Yesenia que la quería, que se fuera con él cerca de San Francisco. La joven no aceptó. Entonces le propuso ayudarla a cruzar y llevarla con sus familiares a Las Vegas.

—Te pagaré cuando empiece a trabajar, dijo la muchacha.
—Págame si quieres, pero yo no te cobro.

El 14 de marzo de 2003, Yesenia pasó su cumpleaños número 16 en un avión rumbo a Tijuana. Pero, una vez en EU, el pollero, en vez de llevarla a Nevada la llevó con Miguel Ángel.

Yesenia vivió con él dos o cuatro semanas en Hayward, a 40 kilómetros de San Francisco.

El 18 de abril de 2003, Yesenia telefoneó a su mamá. Le dijo que no se sentía a gusto con Miguel Ángel y que iba a ahorrar dinero para irse a Nevada.

El 21 de abril volvió a llamar y le dijo a su mamá que ya se quería ir de ahí. Que la llamaría hasta que estuviera en casa de sus parientes. Pero no volvió a llamar. No volvió al trabajo.

Crónica
"TU HIJA ESTÁ BIEN, VENDRÁ EN DICIEMBRE"



Hace cuatro años mataron a su hija. Ocho meses atrás, apenas lo supo. Ahora, María del Carmen Becerra siente temor al caminar sola al trabajo, ya que el principal sospechoso del asesinato de su hija ha trabajado para el narco, dicen en la zona.
Y es que el narcotráfico está presente. Lo admite la gente de a pie, la policía local. Pero los narquillos de Jalisco se dedican al narcomenudeo en Estados Unidos. Aquí, en México, no hacen tantas maldades, dicen. Del narco saben en Yahualica, aunque la Procuraduría General de la República niegue tener información sobre operaciones del crimen organizado en los Altos de Jalisco.

María del Carmen Becerra es la madre de Yesenia Nungaray, una menor de edad que se fue a EU el día su cumpleaños número 16. El 1 de mayo siguiente fue hallada asesinada en una bolsa de lavandería atrás de un restaurante en el área de la bahía de San Francisco, en el condado Alameda. Alguien introdujo un trapo en su garganta. Fue identificada apenas en diciembre pasado, después de casi cuatro años de investigación por parte de la policía local estadunidense.

Los restos de Yesenia fueron repatriados y enterrados en el panteón de Yahualica hace dos meses.

El cielo es de un nítido imposible. Son las cinco y media. Las tumbas del panteón rebosan de flores de plástico y tela. Sobre la tumba de Yesenia hay varios ramos de rosas artificiales. Algunos de ellos son anónimos. Nadie sabe quién los mandó.
María del Carmen relata que en secreto veía a adivinos y gente que le leía las cartas para saber el paradero de su hija. “Tu hija está bien”, le decían. “Va a venir en diciembre”. Así la trajeron casi cuatro años, hasta que se encomendó al Espíritu Santo. Entonces supo el paradero. No ha vuelto a confiar en adivinos.
El temor de María del Carmen se une a la rabia de saber que el probable asesino sigue libre; a un duelo postergado, tras casi cuatro años de no saber dónde se encontraba su hija; a la culpa de haberla dejado ir; a la frivolidad de las autoridades locales que, el día que llegaron los restos de Yesenia, desviaron a la comitiva doliente del camino, para invitar a los policías estadunidenses a una cena de honor por la noche.

Yesenia aceptó la ayuda de Miguel Ángel “N”, que prometió apoyarla para establecerse en Estados Unidos. El 21 de marzo, dice la madre, habló por última vez con Yesenia. El 25, el sospechoso ya estaba de regreso en Yahualica. Buscó a la madre y le dijo que su hija se había ido y le reclamó que se había llevado su bolsa de lavandería. La misma bolsa en la que la menor fue encontrada.

María del Carmen explica que cuando trajeron los restos, un par de meses atrás, vio “sus huesitos”. Los restos de su niña conservaban los aretes de oro que ella le regaló. Pero no sabe qué ocurrió con las pulseras y la cadena con la imagen de la virgen —todas “buenas”, de oro, pues—, que también le dio a su hija.

Las autoridades estadunidenses siguen investigando bajo la dirección del inspector Scott Dudek. La prensa local ha asegurado que el implicado dejará de ser pronto “persona de interés” para convertirse sólo en sospechoso.


DUDEK, EL POLICÍA QUE RESOLVIÓ EL CRIMEN DE UNA MEXICANA


En 2004, la entonces fiscal para prevenir e investigar los casos de mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, Chihuahua, Guadalupe Morfín, condicionó su ayuda a la policía de Estados Unidos a cambio de que el sheriff hiciera declaraciones favorables en la prensa. Ello, a pesar de que los estadunidenses también estaban prestando ayuda a las madres de las asesinadas de Juárez.

Así lo reveló el sheriff del condado de Alameda, California, Scott Dudek, quien investigara durante casi cuatro años la identidad de Yesenia Nungaray, asesinada en Estados Unidos en 2003, y siguiera 411 pistas falsas, una de las cuales lo llevó a Ciudad Juárez.

El 1 de mayo de 2003, el cadáver de una adolescente fue hallado detrás de un restaurante, en Castro Valley, en la bahía de San Francisco, EU. Pasarían casi cuatro años antes de que la policía local, encabezada por Scott Dudek, lograra identificar el cuerpo: se trataba de Yesenia Nungaray Becerra, mexicana de 16 años, originaria de Yahualica, Jalisco, y quien había migrado a Estados Unidos tres semanas antes de ser asesinada.

"El bebé de alguien"

Scott Dudek se conmovió con el caso desde el principio: “Teníamos a esta adolescente metida en una bolsa, que alguien tiró como si fuera basura. No se veía como una chica de la calle o una prostituta: traía ropa bonita, las uñas pintadas. Sus dientes eran perfectos, no tenía alcohol o drogas en su sistema. Eso nos arrebató el corazón, porque sabíamos que era el bebé de alguien”.
Al principio no estaban seguros cuál era su origen étnico. El cadáver estaba muy descompuesto y era difícil saber cómo lucía su Jane Doe (nombre genérico para las desaparecidas en EU). Por lo que investigaron niñas desaparecidas entre 12 y 17 años de todas las razas, con su tez, estatura y color de cabello. Posteriormente, los antropólogos irían cerrando la descripción: una adolescente de entre 14 y 17 años con rasgos primordialmente europeos mezclados con raza indígena y ojos almendrados: una niña mestiza.

El precio de una muestra de ADN

En 2004, la policía de Alameda siguió una pista hasta Ciudad Juárez, que, aunque no llevó a la identidad de Jane Doe, sí permitió identificar los restos de Azucena Cervantes, así como confirmar el caso de las investigaciones mexicanas.

El sheriff Dudek se encontraba viendo por televisión una marcha en Ciudad Juárez. Una madre llevaba la fotografía de su hija desaparecida en 2002: Minerva Torres.
“Pensé que Minerva Torres se parecía a nuestra chica, Jean Doe”. En ese entonces, lo único que tenían para tener una idea de cómo lucía “su chica” en vida, era un dibujo realizado a partir de los restos descompuestos.

El sheriff contactó a la mamá de Minerva y le propuso tomar muestras de ADN. Ésta le pidió que también tomara muestras de otras mamás de niñas muertas.
Entonces decidieron verse en el lado estadunidense del Puente de la Libertad (que une a Ciudad Juárez con EU). “El gobierno mexicano las iba a dejar pasar un día y tomar su ADN)”.

Esta ayuda por parte del gobierno mexicano no fue gratuita.
Aunque Guadalupe Morfín había estado en contacto con el departamento de policía del condado de Alameda y había colaborado con él, en esa ocasión condicionó la ayuda.
“Guadalupe Morfín me llama y me dice que los medios de comunicación están acusando al gobierno mexicano de no cooperar. Así que me pide que diga a los medios que sí está colaborando. Sólo entonces ella permitiría que estas mujeres pasaran por el Puente de la Libertad.

“Y eso hice: dije a los medios que el gobierno mexicano estaba cooperando y las mujeres pudieron venir. Llegaron alrededor de diez mamás, tomamos su ADN y lo pusimos en el sistema“.

Hueso robado


Dudek continúa: “Mientras estábamos ahí (en el Puente de la Libertad), otra mujer me dice: ‘¿Puedes sacar el ADN de este hueso que tomé de la mesa?’ ”
Se trataba de la madre de Neyra Azucena Cervantes, quien desapareció en 2003, cuando contaba con 20 años de edad.

Las autoridades mexicanas habían identificado unos restos, pero la madre nunca les creyó. Y es que el esqueleto presentado, de acuerdo con los medios de información en ese entonces, medía unos centímetros más que su hija.

“Así que cuando nadie estaba viendo, la madre tomó un hueso de la mesa”, explicó el sheriff .

“Ella me dio el hueso para probar si era el ADN de su hija. Y resultó que sí lo era, pero… del cuello para bajo, porque el cráneo era de un hombre...”

—¿Cómo supieron que no era la cabeza de su hija?
—(Mediante fotografías) los antropólogos miraron el cuerpo y la cabeza. La cabeza era muy grande para ser de una mujer. Además, la cabeza tenía impactos de bala y la mamá sabía que su hija no había sido baleada, sino estrangulada.

En cuanto a Minerva Torres, la familia sería informada años después que los restos de su hija habían estado en un refrigerador de la procuraduría estatal desde julio de 2003, cuando fueron hallados cerca de las oficinas de la procuraduría, y muy cerca de donde había sido encontrado el cuerpo de Azucena Cervantes. Ello, a pesar de que ambas jóvenes habían desaparecido en fechas distintas.

Tip anónimo


—¿Cuál fue la parte más perturbadora de esta historia?
—Quizá que la mamá de Yesenia no sabía realmente a quién reportar la desaparición.
“Sabía que su hija estaba perdida por casi cuatro años, pero no le dijo a nadie. No podía ir a la policía. No había sistema en el que ella simplemente pusiera datos”.
Dudek explica: “Nosotros sabíamos desde hacía por lo menos seis meses (antes de identificarla, en diciembre pasado), que la muchacha podía ser de Yahualica. Así que nos comunicamos por teléfono con las autoridades de allá para saber de alguien que estuviera perdido. Y nadie sabía nada. La policía de Alameda County pensó que la cosa sería tan simple como tomar el teléfono y preguntar: ‘¡hey!, ¿no tienen ninguna niña perdida que haya venido aquí a Estados Unidos?’, y que dirían: ‘sí: Yesenia Becerra. No sabemos dónde está’. Pero no fue así. Nadie sabía nada”.

—Cómo supieron que era de Yahualica?
—Porque había gente anónima que nos llamaba y decía que probablemente un joven llamado Miguel Ángel Castañeda tenía algo que ver. Ellos no eran específicos, y estaban asustados.

—Cuando estuvieron en Yahualica, en ningún momento fueron a Agua Colorada a buscar a Miguel Ángel.
—La policía mexicana dijo que podía ser riesgoso para nosotros.
Miguel Ángel Castañeda sigue siendo persona de interés. Continúa escondido en los Altos de Jalisco.


Bahía de San Francisco, California • Lydiette Carrión




* Serie de trabajos publicados en el diario Milenio entre los meses de febrero y mayo de 2007.

2 comentarios:

  1. Gracias por compartir Lydiette.
    Qué fuerte y qué difícil, es imposible siquiera imaginar tantos sentimientos. Si existe manera de hacer llegar mis condolencias, comparto el dolor de María del Carmen. Qué doloroso, qué triste...

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  2. Comparto lo que dice TRokHE a lo que añadiría, ¡qué impotencia!

    Un relato realmente estrujante... y el convivir con la muerte... es ciertamente indescriptible.
    Un abrazo fraterno, Lyd.

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