En otro país, el suicidio de un adolescente bajo custodia ministerial sería un escándalo y habría consecuencias. Funcionarios de varios niveles serían despedidos y otros más estarían sujetos a proceso, probablemente bajo el delito de homicidio por negligencia. 

Quizá algunos legisladores propondrían  modificaciones a  leyes y reglamentos para garantizar que un muchacho  detenido y aislado tenga la contención y la vigilancia suficientes para que no se ahorque. También para que sea inmediatamente atendido si se identifica un cuadro depresivo, o una enfermedad física. 

El 10 de enero de este año, un adolescente fue detenido en el Distrito Federal, acusado de robo con violencia. Fue puesto a disposición de la Agencia 57 de la Fiscalía Central de Investigación para Niñas, Niños y Adolescentes de la PGJDF.

La hermana del muchacho sólo pudo verlo un momento durante en todo ese día. Éste le dijo  que se había metido a una casa que creía abandonada y que lo acusaron de querer robarse una cafetera. 

La hermana informó  a los agentes que el adolescente padecía hepatitis y depresión; incluso la  propia  agencia ministerial  emitió un informe que  sugería aislar al joven y trasladarlo al hospital de manera prioritaria, "pero no  urgente".

Detenido y aislado, sin defensor, enfermo, deprimido y solo, el chico se ahorcó ese mismo 10 de enero.

La Comisión de Derechos Humanos del DF emitió una recomendación, en la que constató que los  funcionarios de la Agencia 57 omitieron realizar un examen completo del estado físico y mental del fallecido; y que no existe un protocolo que establezca cómo se debe atender a cualquier adolescente. 

Más aún, entre  funcionarios se solaparon. La CDHDF determinó que la Fiscalía Central de Investigación de Delitos cometidos por Servidores Públicos de esa Agencia no integró  debidamente la averiguación previa para investigar a los responsables del fallecimiento. 

Por cierto, los agentes informaron a los familiares que el adolescente se había ahorcado con una cobija. Sin embargo, en los anexos de la recomendación, la declaración del MP que lo halló alude a que "cortó el cordón" para bajarlo. Hasta en el "torito"  del metro, los agentes quitan a los detenidos las agujetas de los zapatos y el cinturón para evitar tragedias así. 

El MP también relata que durante toda la mañana vio a una chica como de 20 años sentada en las escaleras. Cuando él comenta que "ya se ahorcó el de la hepatitis", la joven comenzó a gritar: "¡mi hermano, mi hermano!". Estuvo todo el día ahí, esperando ver a  su hermano. Y nadie le hizo caso.
 
En la recomendación de la CDHDF, también se alude que ese día había  otros 10 adolescentes procesados en esa área (dos de ellos estaban peleando, advierte un mp), y que en un día hay entre 40 y 50. Los funcionarios están rebasados por lo casos. 

*Columna Rendija Publicada el 17 de octubre de 2012