Ya sabe: si usted sufre una agresión y quiere que la procuraduría
capitalina cumpla con sus obligaciones, acuda a la prensa y cruce los dedos
para que su caso sea trending topic en redes sociales. De otro modo, nadie le hará
caso.
El pasado 2 de Noviembre, el niño Hendrik Cuacuas asistió
con su papá y su hermana al Cinépolis de Iztapalapa. Mientras veía la película
recibió un balazo calibre .22 en la cabeza. Murió dos días después.
Si bien al inicio nadie se percató de que se trataba de una
agresión con arma de fuego, para la madrugada del día 3, según lo que ha
platicado el padre del niño, Enrique Cuacuas, los médicos se dieron cuenta y dieron
parte al ministerio público. Entonces policías investigadores suscritos al mp
de Cuauhtémoc (y no Iztapalapa) entrevistaron al padre un par de veces. Y hasta
ahí.
Fue hasta que un diario reveló la historia, se convirtió en trending topic en redes sociales, lo retomaron los noticieros, que el
lunes 12 de noviembre, la Procuraduría anunció el “acordonamiento de la sala 2
del Cinépolis de Iztapalapa”. Iban a buscar indicios o pruebas, ver videos e
interrogar testigos. ¡Diez días después!
El caso de Hendrik tomó relevancia por inverosímil, por
terrible, por cercano. Que a un hijo lo maten un día feriado, para mayor
referencia, el Día de Muertos, es la peor pesadilla de cualquiera. Mucha gente
va al cine. En nuestro imaginario, los homicidios sin sentido, rituales o aleatorios solo ocurren
en países como Estados Unidos. Ellos –creemos falsamente– sí se deben preocupar
por la seguridad de los cines. Ahora
sabemos que en México también debemos establecer medidas de seguridad.
Por todas estas razones, el homicidio de Hendrik tuvo un
impacto gigante. ¿Pero cuántos casos que son denunciados quedan en el olvido
porque dejaron de ser noticia en la prensa?
El 26 de mayo de 2008, Adriana Tenorio de 19 años y a punto
de dar a luz, desapareció de la puerta de su casa, en Iztapalapa. Las
autoridades se negaban a tomar el caso. Su madre y los vecinos cerraron eje
seis y mandaron cartas a los periódicos. Le tomaron la denuncia. Después la
historia se enfrió. Dejaron de buscar a Adriana.
Quizá la solución sea exigir que, al menos una vez, se
finquen responsabilidades penales a los servidores públicos que les dio flojera
investigar en un principio el caso de Hendrik.
*Según los peritajes difundidos desde ayer en la noche, se trataría de una bala perdida.
*Columna Rendija publicada el 14 de noviembre de 2012.
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