Primer acto:
Con bombo y platillo, se anuncia que está casi terminado el proyecto de una escultura en polietileno de más de 20 metros y ocho toneladas, cuyo rostro está inspirado en Benjamín Argumedo, el “león de la laguna”.
Dicen los organizadores de un descuartizado proyecto de celebración (tan descuartizado como el propio monumento plástico) que el proyecto busca dar cuerpo a la línea central de los festejos del bicentenario: “la reconstrucción del pasado”.
Así lo consigna la prensa: "Colosal desfile de Benjamín Argumedo".
Pero conforme se acerca la noche del grito, el 15 de septiembre, se “olvida” al personaje que prestó rasgos e inspiración para el monigote. Ahora, todos dicen, el Coloso es el héroe desconocido. Todos y nadie.
Segundo acto:
Algunos recuerdan. Entre ellos Pablo Moctezuma, que arma tremenda campaña: Pero si se trataba de Benjamín Argumedo, quien, dicen, era como hoja al viento. Cambió de bando en múltiples ocasiones. Es acusado, además de haber perpetrado la masacre de 303 ciudadanos chinos en 1911. Combatió a Pancho Villa y, en ocasiones, a Zapata. En suma, pues un acomodaticio, casi casi, un político moderno.
Tercer acto:
La Secretaría de Educación Pública lanza un comunicado y asegura que “El Coloso” “no retrata a ningún personaje en particular” y afirma que es “indebido” politizar esa producción artística.
Ello a pesar de que las fotografías del propio creativo Juan Carlos Canfield advirtieran que se basó en Argumedo. Así como las declaraciones desde un año atrás.
El escultor retiró de las fotografías publicadas en flickr las referencias a Benjamín Argumedo, según el twitter del blog lamparadediogenes.
¿Cómo se llamó la obra?
Y nomás, para ambientar, el corrido a tan controvertido personaje histórico. Corrido que, con riesgo a equivocarme, es lo más rescatable del mentado Argumedo. Gran corrido, caray.
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