viernes, 7 de junio de 2013

La desaparición de Jerzy

















El gran cártel. El gran cártel de Tepito. Lety Ponce, esposa de Jorge Ortiz “el Tanque” y madre de Jerzy, desaparecido, se sonríe. “Imagínate, si fuéramos dueños de un cártel. Estaría yo en Miami, gastándome la lana”.

Todavía es joven, muy blanca, pelo muy claro, casi platinado. Lety atiende a un cliente que pregunta por playeras del grupo de punk Green Day en el local del que es dueña. Enfrente, sobre la calle se encuentran los puestos de ropa de los abuelos de Jerzy; se escucha, amortiguada, la música de otros puestos: encontronazos de reggaetón, rock, electrónica...

Lety se sienta para iniciar la entrevista. Su muñeca derecha está tatuada: un diamante. Su hijo Jerzy Ortiz, de 16 años, tiene uno igual.

El sábado 25 de mayo, el último día que vio a Jerzy, transcurrió como cualquier otro.
Almorzaron huevos rancheros, y luego fueron a trabajar. Jerzy, el nieto consentido, el hijo adorado, el niño conocido por ser mujeriego y dicharachero, estuvo un rato en los puestos, se fue y regresó de nuevo, pasadas las 7 de la noche para ayudar a recoger. Le pidió dinero a mamá “para una torta” y se fue a bordo de una motoneta.

Lety terminó la jornada y regresó a casa. A las 2:30 de la mañana le marcó al hijo.

–¿Dónde estás?
–Aquí en Santa Ana– una plazoleta en la esquina de Matamoros y Peralvillo, a corta distancia de su casa.
–¿Vas a ir a bailar?
–Sí, al Cristal.
–Si te vas a otro lado, avísame.
–Sí, mamá.

Jerzy no le avisó.

A la mañana siguiente, Jerzy no estaba. Lety se dijo: “Igual y del antro se fueron para el estadio…”.

Ese domingo fue la final de futbol más vista de la historia. Todos en la familia de Jerzy son americanistas. Abuelos, primos se preparaban para ir al estadio. Marcaron a Jerzy, pero estaba apagado. Se quedó sin pila, pensaron.

La ciudad se paralizó. El Cruz Azul llevó ventaja todo el partido, pero en los últimos minutos, el América empató y luego ganó en penales.  La ciudad estaba en llamas, tanto americanistas como contrarios.

Lety volvió a marcar. El celular seguía apagado. “Debe estar en el Ángel, celebrando”. Pero el lunes se levantó y su hijo no aparecía.

Llamó a Josefina, mamá de Said Sánchez.

Josefina o “Che” –como todos la llaman– y Lety son amigas desde la adolescencia. Después se casaron con Jorge Ortiz y Alejandro Sánchez, ambos están en la cárcel, sentenciados, entre otros delitos, por extorsión. Este hecho ha desviado en la opinión pública las principales líneas de investigación, que apuntan a personas vinculadas al Heaven, ha estigmatizado a Jerzy y Said y a todos los desaparecidos.

Josefina también buscaba a su hijo. Lo había visto por última vez el sábado, por la noche, cuando pasó a casa por un suéter, e iba en compañía de Jerzy.

Las mamás preguntaron con los vecinos. Alguien dijo que los había visto con el “Chupetes”, un amigo reciente.  Otros dijeron que unos hermanos Piedra, vecinos de Peralvillo habían ido al Heaven y no aparecían. Otros dijeron que una chica que había estado en el antro vio cómo se llevaban a varios chavos en la mañana del domingo.

Las familias fueron a Capea el martes. Había mucha gente. “Le pregunto a una persona que estaba en la puerta. Le digo ‘es que a mi hijo se lo llevaron de un antro’. Y el tipo le dice al MP: ‘otros dos más’. ‘Pues cuántos somos’, pregunté. Éramos 11 familias”.  Entre ellas, la madre de Jennifer Robles González, de 23 años, tercera generación de una familia dedicada a hacer muñecos de peluche, vecina de la Moctezuma y madre de un niño de seis.

Los atendieron, pero pasaban los días y no se investigaba.

El jueves, Lety fue a la Procuraduría del Menor. Hacía antesala, cuando sonó el  celular. Era su esposo, Jorge Ortiz, quien le llamaba desde la prisión, en Hermosillo, Sonora.

–Qué pasó, hija, ¿y mi hijo?– fue lo primero que le dijo El Tanque.

Lety se soltó a llorar

–No sé qué pasó. Perdóname, yo siempre te he dicho que te voy a entregar buenas cuentas de tus hijos. Pero algo se me salió de las manos. No lo encuentro.

A él se le quebró la voz.

–No te preocupes. Pero encuéntrame a mi hijo, encuéntrame a mi panzón–, le pidió él.
–Sí, mi amor. Te lo prometo que lo voy a hacer. Voy a mover cielo, mar y tierra.

Leticia colgó. La recibieron en la procuraduría del menor. Le dijeron que “no era necesario” levantar denuncia alguna ahí, si ya lo había hecho a través de CAPEA. Pero jamás activaron la alerta Amber.

Al día siguiente, el barrio bravo de Tepito cerró la Avenida y se hizo público el mayor escándalo que ha pegado a la  actual administración capitalina. 

*Texto publicado el 7 de junio de 2013 en El Universal Gráfico. 

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