Con el caso de Elizabeth Moreno Chávez todo ha sido larga
espera: 5 meses para sacar una sábana de llamadas, 6 meses una orden de
aprehensión, 8 meses para buscarla, un año para establecer dos líneas de
investigación: que Elizabeth está siendo explotada o que fue asesinada por
Jorge Antonio el mismo día que se la llevó.
Laura Chávez abre la carpeta sobre el secuestro de su hija
Elizabeth, de entonces 17 años, ocurrido el 19 de febrero de 2012. Oficios,
declaraciones ministeriales, están perfectamente acomodados; sobre ellos ha
apuntado datos y referencias en papelitos fosforescentes. Laura y su marido, Adrián Moreno, han
aprendido a atesorar cada documento, ya que, saben, sólo con éstos es posible
presionar a las autoridades.
E
n mayo de 2012, la madrugada del 19 de febrero de 2012, Jorge
Antonio González López, entonces militar de 24 años, se metió a la casa de los
Moreno Chávez, en San Isidro Ixhuatepec, Estado de México. Buscaba a la hija
mayor (lo había despreciado horas antes), quien ni siquiera estaba ahí.
Despertó a los padres y a las dos de hijas menores a mentadas de madre,
acuchilló a Adrián Moreno. Luego se llevó Elizabeth. Dijo: “este es mi boleto
de salida”.
Mientras el padre estaba en terapia intensiva, la familia
interpuso la denuncia en ministerio público de San Juanico. El encargado de su
caso, Belisario de Jesús Albores, nunca
giró orden de aprehensión contra Jorge Antonio.
En marzo, Adrián salió del hospital. La familia consiguió la
sábana del celular de Jorge Antonio mediante un investigador privado. Supieron
que durante las 12 horas posteriores al ataque, hizo 123 llamadas: a su padre,
a su novia, a sus familiares y que estuvo en varios puntos del Estado de México,
Hidalgo y el Distrito Federal, que para el 21 de febrero ya se encontraba en
Chihuahua capital y en los siguientes días se trasladó a Sonora, Sinaloa y Baja
California.
Los padres acudieron a Provictima y a la Comisión de
Derechos Humanos del Estado de México. El caso fue trasladado a Barrientos.
La sábana oficial llegó en julio. “En Barrientos ni siquiera
la imprimieron”, jamás la analizaron, dice Laura. Para entonces, Adrián Moreno ya
había localizado los sitios que el documento había arrojado en Edomex y DF. Se
paraba en una esquina, vigilaba, y rezaba por que nadie le preguntara qué hacía
ahí.
Por fin, la primera orden de aprehensión fue emitida el 11
de julio, por el cargo de lesiones contra Adrián Moreno, no por el rapto de
Elizabeth. Éste permaneció “inexistente” hasta el 30 de agosto de 2012, seis
meses después de que Jorge Antonio se la llevara a punta de navaja.
La familia entonces buscó a otros padres en situaciones
similares y comenzaron a protestar. Para octubre, el caso fue transferido a la
fiscalía de asuntos especiales, en Toluca. En diciembre el procurador estatal
les designó un equipo especial. “Ellos han sido excelentes. Unos ángeles”, dice
Laura.
Este equipo especial citó –por primera vez–a los familiares de Jorge Antonio. El padre del
sospechoso declaró que su hijo acuchilló a Elizabeth esa misma noche y la vio
morir. Señaló el lugar donde habría abandonado el cuerpo, pero en esa fecha no se
encontró cadáver alguno.
“La familia ha mentido desde el principio, cada vez que
declaran cambian su versión”, dice Laura. Harta, enfatiza: “Que me digan qué le
hizo este tipo a mi hija”.
En meses recientes, una fotografía en la red llamó la
atención de los investigadores: una joven en lo que parece un antro. Los
peritos calculan un 85% de probabilidad de que se trate de Elizabeth. “Esa foto
es mi única esperanza”, dice Laura.
**Texto publicado en El Gráfico el 7 de mayo de 2013.
Leer también: El secuestro de Elizabeth por un militar
No hay comentarios.:
Publicar un comentario