En medio de la vorágine del miedo y el horror frente a los asesinatos de mujeres de Ciudad Juárez, pocas voces se mantienen lúcidas.
Los medios siguen hablando de entre 300 y 400 mujeres asesinadas de 1993 a la fecha. El público promedio se imagina entonces que esas 300 o 400 fueron violadas, torturadas, cercenadas y asesinadas para después de varios días se encontradas en el desierto. La verdad no es así, de esas 300 o 400 (porque ni siquiera logran ponerse de acuerdo con la cifra y tampoco se tienen registrados los nombres completos de las mujeres muertas y desaparecidas) las dos terceras partes murieron a causa de violencia intrafamiliar, guerra entre pandillas, abortos mal practicados, etcétera.
Lo anterior no significa ningunear esas muertes, todo lo contrario, explica que la atención del fenómeno debe ser mucho más complejo y que la realidad que se vive en Juárez (como un investigador ha llamado a esa ciudad: el laboratorio de la globalización) es mucho más terrible que la fantasía colectiva de los videos snuff.
Otro investigador (uno de los pocos que revisó la práctica criminalística de las muertas de Juárez afirmó contundente: "el mayor problema de Juárez no son las asesinadas, es la ciudad misma".
Pero, entonces, ¿por qué no llamar la atención de otras partes del país que también sufren violencia extrema contra las mujeres, como es el Estado de México, Baja California, Chiapas (en Guatemala se vive una violencia extrema y no hay estudios sobre lo que puede estar ocurriendo en la frontera con nuestro país, tampoco parece a nadie importarle que la frontera chiapaneca sea una verdadera tierra de nadie en la que hay jovencitas guatemaltecas que viven como verdaderas "esclavas sexuales") y siguen gritando "ni una más en Juárez"?
De acuerdo con el periodista juarense José Pérez-Espino, esto se deb a la rentabilidad del negocio: "En el DF se ha generado una industria de presunto apoyo a las víctimas. Ya existen documentales, películas en video, libros, obras de teatro, colectas (se invitó a depositar a la urna del Teatro de los Insurgentes y se afirma que el producto de la venta de videos es para los familiares de las víctimas...".
Por ello, dice el reportero, la prensa defeña, principalmente ha explotado el fenómeno de las Muertas de Juárez al grado tal que Elena Poniatowska "es la protagonista de uno de los mayores excesos de ligereza cometidos a través de la televisión", al afirmar que "con una despiada ironía, ahora en Ciudad Juárez se se venden llaveros con formas de pezones".
Paradójicamente, antes de que Las Muertas de Juárez se volviera una masiva y popular protesta en los medios de comunicación oficiales, la Poni nunca recibió a cuatro reporteras juarenses que fueron a la ciudad de México a pedir su ayuda para impulsar en los medios un reportaje que habían hecho al respecto. Ella misma escribió: "cuando las cuatro periodista me visitaron en el DF, yo misma tenía tantísimo trabajo y el tema de las muchachas muertas me parecía tan feo que las relegué para más tarde (SIC)".
Pero éste no es el único caso. También menciona la falta de rigor de otros periodistas que, en el argot, "inflan" las noticias para ser más rentables.
El texto de Pérez-Espino "Homicidios de mujeres en Ciudad Juárez" se puede hallar en el libro Violencia sexista, algunas claves para la comprensión del feminicidio en Ciudad Juárez, coordinado por Griselda Gutiérrez, publicado por el Programa Universitario de Estudios de Género, de la UNAM. Griselda Gutiérrez
martes, 31 de mayo de 2005
Las muertas de Juárez: negocio de ONG y medios
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