Recientemente platicaba con un compañero reportero sobre el caso de los hermanos Cerezo. No me creía que los hermanos Cerezo nunca fueron sentenciados por el cargo de colocar explosivos en tres sucursales bancarias. En el imaginario pervive la idea de que ellos fueron sentenciados por los petardos del 9 de agosto de 2001, a pesar de que ese cargo se cayó en los primeros días de la investigación.
¿Por qué el juez retiró esos cargos? Basta echar un vistazo al parte informativo de los policías, que ahora comparto. ¿Por qué la gente sigue creyendo que ellos fueron procesados por esos hechos? Porque la policía (incluidos los altos cargos que dan entrevistas en los medios) jamás se molestaron en aclararlo.
i. LA INCREÍBLE AVENTURA DE CINCO POLICÍAS
El vínculo entre los acusados y las explosiones, según la policía, está en el parte policial del 9 de agosto de 2001, firmado por los agentes José Antonio Bonilla López, Víctor Gustavo Aguilar Romero, César Francisco Ramírez Torres, Ricardo Ernesto Soto Loaiza y Mauricio Gerardo González Hernández.
El parte llevó el “visto bueno” de Francisco Garduño Juárez, en ese entonces primer comandante de policía judicial federal. Después fue ratificado ante el Fiscal Federal por los cuatro primeros policías.
En él, se relata la increíble aventura de cinco policías que lograron, en 12 horas, resolver el caso: visitar los tres lugares de las explosiones, entrevistar testigos anónimos que les permitieron identificar las placas de los tres carros usados utilizados en las explosiones, dar seguimiento a dos de esos autos e identificar por lo menos cinco domicilios relacionados con los responsables, además de hacer un breve viaje al tramo carretero Precos- Iguala y regresar a la ciudad de México.
Ahí se cuenta una historia que, conforme se desarrolla, toma un carácter fantástico: hombres misteriosos con aire “costeño”, guardias guerrilleros apostados en las azoteas de la ciudad de México que vigilan con armas de fuego en la cintura, testigos anónimos que han visto a sus vecinos salir con bultos como armas…
A pesar de que no se pudo comprobar ningún testigo, los autos identificados jamás fueron encontrados y durante el juicio los policías cayeron en contradicciones, en la sentencia , el parte fue “debidamente ratificado” y se le dio el valor de “testimonial”.
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Los policías recibieron orden de investigar los hechos alrededor de la media noche . A esa hora se dividieron en grupos de dos y se trasladaron a los sitios de las explosiones.
De acuerdo con el parte, los cinco policías federales acudieron al lugar de la explosión en el Banamex ubicado en Congreso de la Unión y Oriente 107, colonia Tablas de San Agustín, a una cuadra de la estación del Metro Bondojito, en una colonia popular del oriente de la ciudad. Pero no se especifica a qué hora llegaron los policías al lugar ni a qué hora se retiraron.
Ahí comenzaron a hacer entrevistas a los ciudadanos. Una persona del sexo masculino, que se negó a proporcionar su nombre “por temor a represalias” aseguró que momentos antes de la explosión, en las inmediaciones de Banamex, vio a tres sujetos “que actuaban de forma sospechosa” con ropas oscuras y al parecer habían dejado un paquete en la zona de la explosión.
Los tres sujetos abordaron un coche “marca Nissan con placas de circulación 229-JHE del Distrito Federal, al parecer de color verde u oscuro”.
Sin embargo, como se relató anteriormente, los dos testigos de los hechos que sí dieron sus nombres y direcciones vieron a los tres responsables huir a pie, sobre Oriente 107 y para después doblar sobre la calle 62-A.
Uno de ellos es Abraham Fuentes, que se encontraba jugando una cascarita de futbol con su hermano menor y sus vecinos momentos antes de la explosión.
Según Fuentes, los individuos dejaron el paquete explosivo, realizaron pintas alusivas a las FARP, e incluso advirtieron a su hermano menor que se fuera, porque “esto va a explotar”. Después se fueron corriendo en dirección a la calle “62 A”, (se refiere a la calle 62A norte, paralela a Congreso de la Unión).
El otro testigo con nombre y apellido es Juan José Macías Núñez, cuyo domicilio se encuentra en la calle Oriente 107. Él advirtió que vio a tres personas con pantalón de mezclilla y trapos cubriendo sus caras que le dijeron: “esto va a volar, métanse”.
Macías Núñez rindió testimonial para la Representación Social de la Federación el día 15 de agosto. Ahí reiteró que los tres responsables se fueron corriendo.
Macías Núñez no describió espectaculares uniformes guerrilleros, sino unos más verosímiles jeans viejos y chamarras oscuras, de las cuales no pudo distinguir el color.
Al ser cuestionado por la Representación Social de la Federación sobre la estatura y edad de los responsables, aseguró: “sólo pude percibir que los tres sujetos se notaban jóvenes, entre 18 y 22 años, todos eran de complexión delgada, el color de la piel no lo pude ver, el que se notaba oscuro (SIC), no pude percibir en ellos ninguna característica, y menos les vi el rostro, pues como he dicho lo llevaban cubiertos con paliacates. Por lo que hace a sus estaturas, aproximadas, puedo decir que eran un poco más altos que yo que mido un metro 65 centímetros, por lo que probablemente su estatura fluctuaba entre el metro con setenta centímetros. No lo puedo decir con precisión, porque los vi cuando corrían”.
Las preguntas continúan:
--Diga si en relación a los individuos señalados en la pregunta anterior, si éstos descendieron de algún vehículo.
--No vi que utilizaran vehículo alguno, pues sólo me di cuenta de su presencia cuando dieron vuelta corriendo de la calle 101, para seguir corriendo sobre mi calle que es Oriente 107.
“En este acto, la Representación del Inte [SIC CHECAR] pone a la vista del declarante 20 fotografías en color tamaño postal que obran agregadas a actuaciones en las que están fijados frente, perfil derecho, perfil izquierdo y de imagen completa los [ILEGIBLE] en esta averiguación previa, que responden a los nombres de Pablo Alvarado Flores, Sergio Galicia Max, Héctor Cerezo Contreras, Alejandro Cerezo Contreras y Alonso Herrera Vázquez, por lo que previa revisión minuciosa que hace el declarante, de las 20 fotografías a color, dice: ‘No conozco a ninguna de las personas que aparecen en estas fotografías… quiero aclarar que a las tres personas de mi declaración nunca les vi el rostro’”.
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Los testigos anónimos consignados en el parte policial aprobado por Francisco Garduño pudieron identificar y memorizar o copiar las placas del Sentra verde, el cual, si alguna vez existió, no podía estar cerca del Banamex, si los responsables se fueron corriendo por la 62A.
De acuerdo con el parte informativo, los policías pidieron investigar las placas proporcionadas por los testigos no identificados “a las fuentes de información que tiene acceso la policía”.
La matrícula correspondió “a un vehículo de la marca Nissan tipo Sentra, color verde, registrado a nombre de Guadalupe González Ramírez, con domicilio en Avenida Universidad número 2014, edificio Salvador A, departamento 802, en la colonia Romero de Terreros, Coyoacán”, cerca de metro Copilco y de Ciudad Universitaria.
Después de acudir a la colonia Congreso de la Unión, los mismos agentes se trasladaron al Banamex localizado en Avenida Tlalpan esquina con José Cuellar, en la colonia Tránsito, delegación Cuauhtémoc, donde se registró otra explosión a las 9:15 de la noche. El parte tampoco aclara a qué hora llegaron los policías a este lugar, ni cuánto tiempo permanecieron en él.
Ahí “una transeúnte de edad avanzada” de unos 60 años, que también se negó a dar sus datos personales, dijo haber visto un Nissan color arena con placas de circulación 590-KJY del DF, del que dos sujetos descendieron, mientras un tercero los esperaba al volante. Los sujetos llevaban ropa tipo militar, dijo la anciana anónima, “de la que ha visto que ocupan los soldados en la selva”, los sujetos eran jóvenes, entre 25 y 30 años, con corte de pelo tipo militar (al momento de su detención, ni Héctor ni Alejandro Cerezo llevaban el pelo corto, como se aprecia en las fotografías de la PGR. Respecto a Pablo Alvarado y Antonio Cerezo, lo llevaban corto, mas no tipo militar).
Los policías investigaron el registro de las placas, las cuales resultaron corresponder a un Tsuru color arena registrado a nombre de Sonia Cabazos Flores, con domicilio en la calle C, manzana 9 número 12, colonia Coyoacán.
Los policías acudieron al lugar de la tercera explosión, en Palmas 500, Colonia de Barrilaco. Ahí, una pareja de jóvenes que tampoco quiso identificarse aseguró que caminaba por el lugar del siniestro cuando vio a cuatro sujetos a bordo de una Caribe, placas 858-JEU, del Distrito Federal.
Del vehículo bajaron cuatro individuos. Dos de ellos vigilaban mientras los otros dos dejaban un paquete. A los pocos minutos, la pareja escuchó una explosión.
Dos de los sospechosos vestían ropa oscura y los otros dos, con ropa militar tipo camuflaje. Tres de ellos eran jóvenes, entre los 25 y 30 años, e iban con corte de pelo tipo militar, y el cuarto tendría unos 45 años.
Los policías solicitaron información respecto a las placas, las cuales resultaron corresponder a un Volkswagen sedán (y no una Caribe, como aseguró la pareja), modelo 1986, registrado a nombre de Fernando Córdova González, con domicilio en la calle de Bremen número 55, departamento 202, colonia Albert, delegación Benito Juárez.
EL SENTRA VERDE
El Sentra verde, situado en el lugar de la primera explosión por los testigos anónimos, resultó estar vinculado con los eventos del 31 de mayo de 2001, en los que un comando armado atacó un punto de revisión denominado Precos-Iguala, ubicado en el kilómetro 8 de la carretera Iguala Teloloapan.
La información sobre el ataque está indiciado en el acta circunstanciada número 09/11-1/01, por parte del licenciado Emilio Carvajall Arco. Y la Coordinadora Guerrillera Nacional José María Morelos –de la cual las FARP formaron parte-- reivindicó esta acción armada en un comunicado.
Un comando armado atacó y balaceó el punto de revisión. Nadie resultó herido. Después de los hechos, las autoridades realizaron revisiones y entrevistaron gente por toda la zona.
De acuerdo con la información recabada en mayo , dos automóviles pasaron por lo menos cuatro veces por El Preco: un Tsuru verde con placas del DF en buen estado, y un Volkswagen color vino con varias partes de su carrocería dañada.
Unos trabajadores que estaban haciendo arreglos en la carretera, aproximadamente a diez kilómetros del poblado de Cocula, vieron pasar un Sentra verde u oscuro (aunque, aclararon, no podían asegurar el color, ya que era de noche). Del auto descendieron dos personas, quienes les hablaron “con groserías” y les preguntaron qué estaban haciendo ahí.
Uno de los trabajadores advirtió que la placa tenía los números 29-JHE, pero no pudo acordarse del primer dígito, ya que estaba muy oscuro y el coche no traía luces.
La policía los invitó a rendir una declaración ministerial, a lo que los trabajadores se negaron, ya que, advirtieron, eran de Guerrero. En las demás poblaciones, todos los entrevistados mostraron desinterés en colaborar con la policía.
Aunque este ataque se había realizado en mayo, los cinco policías que investigaron los petardos del 8 de agosto aseguraron que, como parte de sus investigaciones, esa misma madrugada entre el 8 y 9 de agosto, se dirigieron al tramo carretero Precos-Iguala y se encontraron a los mismos trabajadores (¡tres meses más tarde los mismos hombres trabajaban el mismo tramo carretero!), quienes les volvieron a asegurar las señas del coche involucrado. El juez tampoco encontró inverosímil esta afirmación.
LA VIGILANCIA
Después de recabar la información sobre el Sentra verde, los cinco policías federales se apostaron a vigilar el domicilio ubicado en Avenida Universidad 2014, edificio Salvador, departamento 802.
Vieron salir de nuevo el vehículo “conducido por un sujeto masculino de aproximadamente 25 años de edad”.
Los policías siguieron el Sentra hasta el domicilio ubicado en la calle prolongación de Aquiles Serdán número 04, colonia La Cañada, delegación Xochimilco.
Ahí “se apreció lo siguiente: el inmueble es habitado por cuatro personas del sexo masculino, siendo el primero (SIC) un señor de aproximadamente 45 a 45 años de edad, de estatura mediana, tez morena, robusto, cabello ondulado, bigote ancho, ojos negros, nariz chata y frente de entradas, siendo un individuo con las características de la costa de Guerrero”.
El segundo hombre medía alrededor de 1.65 m de estatura, tez morena clara, cabello largo lacio, complexión mediana, boca regular, bigote y barba ralos, lentes redondos, edad entre 25 y 30 años.
El tercer hombre, de 18 a 22 años, cabello corto tipo militar, estatura de 1.60 metros, tez morena clara, cara redonda, ceja poco poblada, complexión media.
Cuarto hombre, de 18 a 22 años, cabello corto tipo militar, orejas grandes, estatura, 1.65 aproximadamente, tez morena clara, cara alargada, complexión media.
Los policías consultaron a diversos vecinos, quienes, de nuevo, omitieron dar sus nombres. Ellos advirtieron que quienes vivían ahí eran “personas muy extrañas”, ya que “en ocasiones los ven salir con mochilas muy pesadas tipo salchicha, demasiado pesadas, ya que las cargan entre dos personas, y no tener (SIC) esas mochilas consistencia de transportar equipaje, sino que se aprecian como si cargaran armas, ya que han visto protuberancias como rifles”.
“Además de que los visitan personas con apariencia costeña, además que su acento es como de la costa, que cuando salen en vehículos siempre van observando hacia atrás”.
En la casa vivía un matrimonio y sus hijos, y rentaban dos cuartos a Antonio y Héctor Cerezo Contreras.
Más adelante, el parte policíaco aseguraría que en este domicilio habían unos vigilantes con armas en la cintura apostados en las azoteas. ¿Cómo, entonces, lograron los policías entrevistar a los vecinos sin levantar sospechas del de por sí torpe grupo armado que utilizó el mismo auto con las mismas placas en dos ataques diferentes?
El parte continúa: Los moradores del domicilio abordaron el Sentra y se trasladaron a la casa ubicada en calle de Ejido Acoxpa, Manzana 10, lote 24, colonia San Francisco Culhuacán, delegación Coyoacán.
En este domicilio, se encontraba un tsuru color cereza o vino, con placas 858-JEU, carro que originalmente había sido descrito por la pareja anónima como una caribe, y después, en el registro de la placa, se consignaba como un sedán.
Los policías consignaron que el inmueble era habitado por tres mujeres: la primera, de unos 40 años, con el cabello corto teñido, complexión delgada, ojos grandes, negros, nariz ancha, boca grande, orejas grandes, tez morena clara.
La segunda mujer tenía entre 16 y 18 años y medía unos 1.50 metros; tez morena clara, complexión delgada, pelo lacio largo color negro. La tercera mujer, de 50 a 60 años de edad, morena clara, nariz ancha, boca mediana.
Momentos después, el auto sentra verde se movilizó otra vez, tripulado por el hombre que vive en la prolongación Aquiles Serdán número 64 (no se aclara cuál de los cuatro hombres que fueron descritos anteriormente y que abordaron el Sentra), y el otro hombre, que iba con él, se subió al tsuru cereza o vino. Tampoco se aclara cuál otro hombre.
La policía siguió ambos coches. El tsuru se dirigió a un domicilio ubicado en la colonia de los Reyes, Los Reyes la Paz “donde nos percatamos que el conductor de dicho vehículo era recibido por tres personas de entre 25 y 30 años de edad, mismos que vestían ropa oscura, con botas militares o industriales”. En este domicilio la policía aprehendió a Pablo Alvarado Flores.
En el exterior del domicilio se encontraba un tsuru con placas 590-KJY, unidad que fue presuntamente vista por una viejecita en avenida Tlalpan, esquina con José Cuellar, en la Colonia Tránsito.
Del domicilio salió un sujeto de unos 30 años de edad, abordó el Tsuru 590- KJY, y se trasladó a la calle De Peña y Peña número 20-22, colonia Centro, y ahí permaneció.
Por su parte, el Sentra placas 229-JHE se trasladó al domicilio ubicado en Cerrada del Imán, Manzana 8, lote 7, colonia pedregal de la Zorra (hogar del carpintero Galicia Max), lugar donde fue recibido por dos personas de aspecto “costeño” de 30 y 40 años de edad.
Ahí, el conductor permaneció en el interior del domicilio, lugar donde se observó un vehículo Volkswagen sedán con placas 585-LVA del Distrito Federal.
Los policías solicitaron información respecto a este auto, “obteniendo como respuesta que no se tienen registrados en el sistema de placa permanente”.
El parte continúa: “Cabe destacar que en los domicilios ubicados en las calles de ejido Acoxpa, manzana 10, lote 10, de la colonia San Francisco Culhuacán, delegación Coyoacán; en el ubicado en la calle 17, colonia Valle de los Reyes, municipio de Los Reyes la Paz; el de prolongación de Aquiles Serdán número 64, Col. La Cañada, delegación Xochimilco; y en Cerrada del Imán manzana 8, lote 7, delegación Coyoacán, se apreció que existe lo que pudiera denominarse como vigilantes en las azoteas y en las puertas, apreciándose que estos vigilantes portan armas en las cinturas”. (SIC)
Ese es el fin del parte informativo de los cinco policías.
No hay mucho qué agregar sobre el porqué un juez retiró los cargos.
*Este texto forma parte de un trabajo más largo sobre el caso, en proceso de escritura.
domingo, 27 de junio de 2010
La increíble aventura de cinco policías (o el cuatro a los hermanos Cerezo)
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por favor deceo comunicarme con el comandante francisco garduno juarez me gusto la narracion pero bastante peligrosa.
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