lunes, 18 de enero de 2010

"Los pecados de Haití"

En los últimos días, he escuchado una serie de opiniones en los medios, en el facebook, en los editoriales, sobre la devastación de Haití a raíz del terremoto.

Al aire, en las principales estaciones de radio, he escuchado a analistas asegurar que el problema de Haití no es sólo que es un Estado fallido, sino que en realidad nunca ha sido un Estado.

He escuchado a otros asegurar que la raíz de esto es la falta de cohesión de Haití, ya que no tiene pueblos originarios, a diferencia del resto de Amércia Latina. Como a la colonia francesa que era Haití le salía más barato importar más esclavos que cuidar los que ya había, durante decenas de años no hubo población antiva en Haití.

He leído algunos comentarios personales de corresponsales que se encuentran en Haití, donde aseguran que este país ya no es país. Otros, más románticos han dicho: "el problema de Haití es que es un país que nunca ha existido".

Considero que en la mayoría de estas sentencias ni siquiera mencionan los estragos del colonialismo en países similares a Haití. Algunos datos e información es excelente, pero omite un análisis profundo.

Como siempre, en el matiz se encuentra el meollo. Asegurar que Haití nunca ha existido, que es un Estado fallido y achacar esto a la falta de arraigo de su población esclava en la colonia desdibuja la identidad del primer país independiente de América Latina.

He sentido, además que los comentarios parten de una falsa superioridad, sin respeto a la dignidad del pueblo haitiano. Considero que, mientras se desdibujaba la identidad da Haití se dibujó el verdadero rostro de los poderosos.

Considero que, más que nunca, se debe dimensionar el valor de la independiencia de Haití y se debe recordar cómo es que los países periféricos (periféricos, ese elegante adjetivo que trata de borrar de la memoria el otro adjetivo histórico, menos elegante de "tercer mundo") llegaron a ser lo que son. No hay países pobres y ricos en el planeta debido a una especie de generación espontánea. Tampoco se ha comprobado que existan pueblos más inteligentes que otros. En general, la respuesta se encuentra en la historia, y la historia de Haití es terrible. Ha estado sujeta, la mayor parte del tiempo, a los intereses de las potencias mundiales. Y parece que, incluso en este terrible momento, lo sigue estando.

Comparto un texto de Eduardo Galeano (cortesía de Amérika Moreschi), para mayor esclarecimiento. Seguimos de luto por Haití

Los Pecados de Haití


Eduardo Galeano

La democracia haitiana nació hace un ratito. En su breve tiempo de vida, esta criatura hambrienta y enferma no ha recibido más que bofetadas. Estaba recién nacida, en los días de fiesta de 1991, cuando fue asesinada por el cuartelazo del general Raoul Cedras. Tres años más tarde, resucitó. Después de haber puesto y sacado a tantos dictadores militares, Estados Unidos sacó y puso al presidente Jean-Bertrand Aristide, que había sido el primer gobernante electo por voto popular en toda la historia de Haití y que había tenido la loca ocurrencia de querer un país menos injusto.

El voto y el veto


Para borrar las huellas de la participación estadounidense en la dictadura carnicera del general Cedras, los infantes de marina se llevaron 160 mil páginas de los archivos secretos. Aristide regresó encadenado. Le dieron permiso para recuperar el gobierno, pero le prohibieron el poder. Su sucesor, René Préval, obtuvo casi el 90 por ciento de los votos, pero más poder que Préval tiene cualquier mandón de cuarta categoría del Fondo Monetario o del Banco Mundial, aunque el pueblo haitiano no lo haya elegido ni con un voto siquiera.

Más que el voto, puede el veto. Veto a las reformas: cada vez que Préval, o alguno de sus ministros, pide créditos internacionales para dar pan a los hambrientos, letras a los analfabetos o tierra a los campesinos, no recibe respuesta, o le contestan ordenándole:

-Recite la lección. Y como el gobierno haitiano no termina de aprender que hay que desmantelar los pocos servicios públicos que quedan, últimos pobres amparos para uno de los pueblos más desamparados del mundo, los profesores dan por perdido el examen.
La coartada demográfica

A fines del año pasado cuatro diputados alemanes visitaron Haití. No bien llegaron, la miseria del pueblo les golpeó los ojos. Entonces el embajador de Alemania les explicó, en Port-au-Prince, cuál es el problema:

-Este es un país superpoblado -dijo-. La mujer haitiana siempre quiere, y el hombre haitiano siempre puede.

Y se rió. Los diputados callaron. Esa noche, uno de ellos, Winfried Wolf, consultó las cifras. Y comprobó que Haití es, con El Salvador, el país más superpoblado de las Américas, pero está tan superpoblado como Alemania: tiene casi la misma cantidad de habitantes por quilómetro cuadrado.

En sus días en Haití, el diputado Wolf no sólo fue golpeado por la miseria: también fue deslumbrado por la capacidad de belleza de los pintores populares. Y llegó a la conclusión de que Haití está superpoblado… de artistas.

En realidad, la coartada demográfica es más o menos reciente. Hasta hace algunos años, las potencias occidentales hablaban más claro.

La tradición racista

Estados Unidos invadió Haití en 1915 y gobernó el país hasta 1934. Se retiró cuando logró sus dos objetivos: cobrar las deudas del City Bank y derogar el artículo constitucional que prohibía vender plantaciones a los extranjeros. Entonces Robert Lansing, secretario de Estado, justificó la larga y feroz ocupación militar explicando que la raza negra es incapaz de gobernarse a sí misma, que tiene "una tendencia inherente a la vida salvaje y una incapacidad física de civilización". Uno de los responsables de la invasión, William Philips, había incubado tiempo antes la sagaz idea: "Este es un pueblo inferior, incapaz de conservar la civilización que habían dejado los franceses".

Haití había sido la perla de la corona, la colonia más rica de Francia: una gran plantación de azúcar, con mano de obra esclava. En El espíritu de las leyes, Montesquieu lo había explicado sin pelos en la lengua: "El azúcar sería demasiado caro si no trabajaran los esclavos en su producción. Dichos esclavos son negros desde los pies hasta la cabeza y tienen la nariz tan aplastada que es casi imposible tenerles lástima. Resulta impensable que Dios, que es un ser muy sabio, haya puesto un alma, y sobre todo un alma buena, en un cuerpo enteramente negro".

En cambio, Dios había puesto un látigo en la mano del mayoral. Los esclavos no se distinguían por su voluntad de trabajo. Los negros eran esclavos por naturaleza y vagos también por naturaleza, y la naturaleza, cómplice del orden social, era obra de Dios: el esclavo debía servir al amo y el amo debía castigar al esclavo, que no mostraba el menor entusiasmo a la hora de cumplir con el designio divino. Karl von Linneo, contemporáneo de Montesquieu, había retratado al negro con precisión científica: "Vagabundo, perezoso, negligente, indolente y de costumbres disolutas". Más generosamente, otro contemporáneo, David Hume, había comprobado que el negro "puede desarrollar ciertas habilidades humanas, como el loro que habla algunas palabras".

La humillación imperdonable

En 1803 los negros de Haití propinaron tremenda paliza a las tropas de Napoleón Bonaparte, y Europa no perdonó jamás esta humillación infligida a la raza blanca. Haití fue el primer país libre de las Américas. Estados Unidos había conquistado antes su independencia, pero tenía medio millón de esclavos trabajando en las plantaciones de algodón y de tabaco. Jefferson, que era dueño de esclavos, decía que todos los hombres son iguales, pero también decía que los negros han sido, son y serán inferiores.

La bandera de los libres se alzó sobre las ruinas. La tierra haitiana había sido devastada por el monocultivo del azúcar y arrasada por las calamidades de la guerra contra Francia, y una tercera parte de la población había caído en el combate. Entonces empezó el bloqueo. La nación recién nacida fue condenada a la soledad. Nadie le compraba, nadie le vendía, nadie la reconocía.

El delito de la dignidad


Ni siquiera Simón Bolívar, que tan valiente supo ser, tuvo el coraje de firmar el reconocimiento diplomático del país negro. Bolívar había podido reiniciar su lucha por la independencia americana, cuando ya España lo había derrotado, gracias al apoyo de Haití. El gobierno haitiano le había entregado siete naves y muchas armas y soldados, con la única condición de que Bolívar liberara a los esclavos, una idea que al Libertador no se le había ocurrido. Bolívar cumplió con este compromiso, pero después de su victoria, cuando ya gobernaba la Gran Colombia, dio la espalda al país que lo había salvado. Y cuando convocó a las naciones americanas a la reunión de Panamá, no invitó a Haití pero invitó a Inglaterra.

Estados Unidos reconoció a Haití recién sesenta años después del fin de la guerra de independencia, mientras Etienne Serres, un genio francés de la anatomía, descubría en París que los negros son primitivos porque tienen poca distancia entre el ombligo y el pene. Para entonces, Haití ya estaba en manos de carniceras dictaduras militares, que destinaban los famélicos recursos del país al pago de la deuda francesa: Europa había impuesto a Haití la obligación de pagar a Francia una indemnización gigantesca, a modo de perdón por haber cometido el delito de la dignidad.

La historia del acoso contra Haití, que en nuestros días tiene dimensiones de tragedia, es también una historia del racismo en la civilización occidental.
(Escrito el 26 de julio de 1996)

6 comentarios:

  1. rato de sólo subir textos míos al blog, para evitar convertirme en una repetidora de noticias... pero este texto de Eduardo Galeano respecto a Haití me parece indispensable para entender lo que está ocurriendo hoy... y así vacunarse contra los columnistas, comentaristas irresponsables que están diciendo barbaridades estos días... que dios reparta suerte..

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  2. No he tenido tiempo la suerte de escuchar ese tipo de comentarios, ni leer a ese tipo de columnistas(je no he tenido tiempo de hojear "la Razon" que regalan en la UNAM,jajaja).

    ALguna vez tuve la oportunidad de ir a una exposición de artistas de Haiti, y debo decir, que quede facinado, no soy crítico de arte, nu mucho menos, pero el color, la vida, la sexualidad desnuda de sus obras, me sacio de una visión honesta y bella de la vida.

    Si, la historia de Haiti ha sido horrible, pero me pregunto si no crees que la historia de la humanidad en si, lo ha sido, pienso no solo en los siglos de esclavismo, de miseria impuesta, de guerra, a los que se ha sometido a paises "de la periferia". Pienso en lo que ha de ser el horror de vivir en esos paises primermundistas, y vestirte de quien sabe que, para seguir andando, el pueblo de E.U. el pueblo Ingles, frances, de las "las naciones imperialistas" que clases de deshumanidad, de miseria de conciencia cae sobre sus espaldas tras siglos de comoda seguridad financiera, me pregunto cuantos no habran perdido elsueño, se que hay luchadores ahi, pero...

    bueno, es confuso, espero se entienda el punto... saludines :D

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  3. Ese Galeano, siempre deja algo... bueno el texto

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  4. mi estimado Franz... en efecto, la historia de la humanidad ha sido difícil. Pero, en términos muy mundanos... en lo individual, no es lo mismo la dificultad a la que se vería sometida un joven atormentado de Alemania o de Francia, un hombre blanco de Estados Unidos, a las dificultades de los países que alguna vez fueron colonias... estoy tentada a subir algunos estractos de "Los condenados de la tierra" paraa mpliar este punto... pero no lo sé. siempre tengo reservas frente a ese texto. Un abrazo

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  5. No es la misma dificulatd, pero tampoco sobra el tenerlo presente, el "tormento" del ser en los espacios donde se concentra el poder; y, la miseria, la explotación y la guerra a la que se ven sometidos los sectores más marginados de la sociedad global, las colonias de los viejos imperios, las nuevas colonias de indepencia política de apariencia. Son parte de una realidad social organica, en la que la dinamica se hace más compleja, con el desarrollo de los medios de comunicación y la informatica.
    En la globalización, podemos entender mejor, como la miseria espiritual, la miseria física, las guerras, son consecuencia de un sistema económico, social y político que concentra el poder en pocas manos, y que se vale de la prostitución de la conciencia.
    Lejos de los centros de poder, éste sistema intenta ejercer su voluntad, y se aparece como un soldado, un paramilitar, mientras en los centros de poder, se presenta en la publicidad, en la tv, en el arte, el sistema crece en nuestra mentes junto a nosotros. En la urbe para los que asumen al sistema como enemigo, el primer paso en su lucha es vencer esas semillas de egolatria sumisa.
    Bueno ya me explaye, je. El caso no era, comparar las condiciones deplorables a los que han sometido a los pueblos las grandes potencias con la miseria espiritual. Solo quería tenerlo presente para no dejar de entender las causas de la deplorable historia de la humanidad, sin dejar de buscarle el lado bueno, como esos cuadros de haiti, o la musica, la poesia, incluso uno que otro analisis teorico-según su momento historico...
    va otro abrazo.

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  6. Yo también me entere de este escrito, por ende; de esta realidad de Haití luego del terremoto, juro que comencé a buscar en varios sitios de la web, para ver si lo que leía era cierto, me costaba y aun me sigue costando creer, que en pleno siglo XXI, un país tenga que pagar por ser libre, si bien sabía que todas esas organizaciones que “velan” por la seguridad mundial tirando bombas atómicas, o invadiendo países con el slogan de los derechos humanos, etc. etc. no son más que como dice Galeano en otro escrito; el nombre artístico de EEUU cuando hace teatro, con la hipocresía luciéndose y rindiéndole tributo a la impunidad, me costaba creer y me sigue costando, como es que la humanidad mira por la ventana? Como es que de eso no se habla?, como es que de eso NO SE SIGUE HALBANDO después del terremoto, como es que los medios se hacen los idiotas?, como es que la historia nos borró esa realidad? Y cuantas realidades nos habrán y nos siguen ocultando?

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