*Columna publicada en el Universal Gráfico el 7 de marzo de 2012
Sobre El Coqueto, no hay duda: es un
monstruo. Un asesino serial nos recuerda que todos somos vulnerables
a un ataque; no importa lo cuidadosos que seamos. Pero estos
monstruos no son los únicos; ni siquiera los más peligrosos.
Un juez federal concedió el amparo a
varias organizaciones de derechos humanos, para que en el Estado de
México se implemente una alerta de género que investigue y prevenga
la violencia contra las mujeres: secuestros, feminicidios y
desapariciones.
Las organizaciones hicieron hincapié
en las desapariciones. En el Edomex, casi la mitad de las mujeres
desparecidas tienen entre 10 y 20 años. Esto sugiere la presencia de
redes criminales dedicadas a levantar jovencitas para explotarlas
sexualmente.
El grueso de los casos está impune. Y
se suma otro factor: la trata de personas no puede investigarse en un
solo estado.
Esmeralda Castillo Rincón fue
secuestrada en mayo de 2009 en Ciudad Juárez, Chihuahua. En octubre
pasado, una persona declaró que había tenido contacto con ella en
un bar. Ésta le dijo que sería trasladada a La Merced (DF), y que
por favor le avisara a sus padres.
La familia pidió a las autoridades de
Chihuahua que rastrearan a la joven. Mas éstas parecen no haber
hecho nada. La familia llegó al DF con sus propios medios a buscar a
su hija.
En noviembre de 2004, Silvia Stephanie
Sánchez-Viesca, entonces de 16 años, fue secuestrada en Torreón,
Coahuila. Sigue desaparecida. Hay dos líneas de investigación: que
vive con un mafioso o que la mataron. En 2009, uno de los
sospechosos, Rodolfo García Vargas, fue asesinado en el Distrito
Federal. Le encontraron fotografías de una mujer descuartizada.
Hasta la fecha estas imágenes no han podido ser inspeccionadas por
las autoridades norteñas.
Los infiernos que viven las mujeres
explotadas por estas redes no le piden nada a El Coqueto en crueldad
y sadismo. Pero existe un factor extra: sus monstruos ganan mucho
dinero. Mientras, sus familias se enfrentan a la misma negligencia y
posible corrupción que vimos en el caso del feminicida serial. Por
ello es urgente exigir que se implemente esta alerta de género.
Amparo, madre de Ceci -una de las víctimas de El Coqueto-, dice algo cierto: somos más los buenos que los malos. Pero habrá que añadir: si los buenos nos quedamos cruzados de brazos, los malos nos van a ganar.
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