viernes, 7 de mayo de 2010
Si no aprenden en la escuela, no es su culpa. Es de Ecoltec
La estrecha carretera a Apaxco está adornada de un falso verdor. Mientras todo alrededor es seco y árido, en los linderos del camino crecen pirules, pasto verde y tupido, arbustos y árboles. Después me explicarían los pobladores de Apaxco que ese ficticio oasis, así como los sembradíos de maíz de la población, abreban de las aguas negras que provienen del Distrito Federal.
En el corredor industrial de Apaxco (considerado una de las peores tragedias ecológicas por organismos internacionales), el problema no es la práctica que se realiza a lo largo y ancho del territorio mexicano: el riego de sembradío con aguas negras. No. El problema son las cementeras y la forma que han hallado para deshacerse de sus desperdicios.
A la población no le preocupa tanto el constante trabajo de las cementeras; sino la planta Ecoltec, que pertenece a Apaxco.
QUÉ ES ECOLTEC
Ecoltec es el una industria que quema deshechos y con ello genera un nuevo combustible. Es el nombre que se le ha dado a lo que las plantas cementeran consideran la panacea para deshacerse de sus residuos y a la vez conseguir combustible barato y, más aún, cobrar a otras empresas por deshacerse de sus propios desperdicios.
En el Ecoltec (cuyo nombre mañosamente alude a un proceso ecolólogico) se queman los desperdicios de cualquier tipo: químicos, residuales, playeras viejas, colchones, juguetes… (por ejemplo, en Ecoltec se quemó una carga de juguetes de la empresa Mattel contaminados con plomo). La empresa cobra a otras industria por deshacerse de sus desperdicios.
Toda esta basura tóxica es quemada y depurada. Y con el lodo que queda como resultado, la empresa generará su propio combustible.
Hace poco más de un año, el 21 de marzo de 2009, 11 campesinos murieron asfixiados mientras limpiaban un cárcamo de Río Blanco, una corriente de aguas negras.
Los campesinos de la región, si quieren utilizar las aguas residuales del Distrito Federal, deben limpiar el cárcamo (una suerte de bomba que empuja al agua a tierras altas) cada seis meses, por orden de funcionarios de Conagua, señalan sobrevivientes.
Estos campesinos, sin ningún tipo de equipo especial, debían bajar por un pozo, de unos 20 metros de altura y quitar la basura acumulada en el fondo del pozo.
El año pasado, mientras bajaban cuatro, fueron intoxicados de manera fulminante. No alcanzaron a salir. Otros fueron en su rescate. También fallecieron.
Sólo hubo un sobreviviente. Un joven que entró en el primer grupo. Cuando los que estaban afuera se dieron cuenta de lo que pasaba, entre los que bajaron al rescate estaba su papá. Este señor, con el último aliento, amarró a su hijo a la escalera y le salvó la vida.
Al joven todavía se le salen las lágrimas cuando se acuerda.
Las autoridades intentaron sugerir que los campesinos habían muerto por haber bajado en estado de ebriedad, ya que una de las pruebas de las autopsias dio positivo al alcohol. Pero los sobrevivientes lo niegan y señalan directamente a Ecoltec. Y es que, aseguran testigos, ese día el pozo del cárcamo olía igual que lo que despiden los hornos de ecoltec, un olor como a kola loka.
Meses después, el 5 de mayo, un espantoso olor provino de la fábrica y todos en la población sufrieron fuertes dolores de cabeza, y algunos sufrieron desmayos en la calle. Varios animales se intoxicaron también. Entonces la gente, harta, se dirigió a Ecoltec y cerró las puertas del lugar. Desde entonces, no entra ni sale material para quemar. Pero ecoltec sigue pugnando jurídicamente para que se le permita reiniciar operaciones.
Este jueves 5 de mayo (aniversario del cierre de Ecoltec), el doctor Arturo de León (que por cierto era el médico de cabecera de Digna Ochoa) presentó un estudio sobre los daños mentales a nivel neuronal y de la memoria e intoxicaciones agudas en menores de edad, provocan por las emisiones Ecoltec.
Según el estudio, avalado por la UNAM, todos los niños tienen afección en la memoria y en el 69 por ciento de los casos, la afección es severa.
El estudio de atención arrojó que el 46 por ciento tiene alguna alteración en esta función mental superior y conjuntando ambas funciones, 74 por ciento de los estudiados tienen algún grado de daño que, en el 50 por ciento, es severo.
“Esta evaluación se realizó a solicitud del grupo ambientalista Pro-Salud Apaxco-Atotonilco quienes desde hace un año, mantienen tomadas las instalaciones de Ecoltec en demanda de que esta industria que recicla residuos”.
El doctor ya había dado un adelanto del estudio en marzo pasado, durante la conmemoración de los campesinos muertos. Dijo a un público de campesinos y comerciantes: “por favor, tengan paciencia con sus niños si se distraen mucho o se tardan en aprender. No es su culpa”. Es que es culpa de Ecoltec.
Ese día de marzo, una población con evidente falta de experiencia en movimientos sociales, organizó una breve marcha, una misa conmemorativa, una comida al aire libre. Las viudas de los campesinos y otras mujeres de la comunidad hicieron flores de papel crepé que repartieron a todos los asistentes. Parecía más un día de la primavera en un jardín de infantes que la conmemoración de la muerte por intoxicación de 11 hombres.
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