lunes, 1 de marzo de 2010

Vida, obra, muerte y "activismo" de Carlos Montemayor


Este domingo, México despertó con la noticia de que el escritor, historiador y tenor Carlos Montemayor había muerto. A las pocas horas, incluso la Secretaría de Gobernación envió un escueto comunicado en el que lamentaba su fallecimiento y añadió que "será siempre reconocido no sólo por su obra literaria, sino también por su activismo en la defensa de las causas sociales".



Activismo... ¿será esa la palabra con la que debía ser descrita la obra de Carlos Montemayor?

¿Imaginan como "activistas" a los miembros de la comisión de intermediación, con los que aún sostienen pláticas?

¿Activista es sinónimo de intelectual?

Mejor me quedo con una serie de imágenes que me facilitó el fotógrafo Yuri Valecillo, y con algunos de los textos de Montemayor.

De este texto que me encontré por la red, me quedo con esta frase, respecto al tema de los conflictos sociales y armados: "El razonamiento oficial tiende a apoyarse no en una comprensión de la naturaleza social del conflicto, sino en la necesidad de reducir al máximo los contenidos sociales y sus motivaciones políticas o morales. En la medida que se reduzcan al mínimo esto ...s datos de causalidad social, se favorece la aplicación de medidas solamente policiacas o militares".

2 comentarios:

  1. Anónimo7:33 p.m.

    es una tristeza que haya muerto este compañero. nos quedan muchas cosas de el, pero nada como que siguiera vivo... salud

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  2. Comparto lo que escribió Jorge Lofredo respecto a la muerte de Montemayor:

    "Conocí a Carlos Montemayor durante el 2008, en ocasión de la posibilidad que la Comisión de Mediación me ofreció para ofrecer un punto de vista acerca del reclamo del EPR por sus dos desaparecidos. En la segunda oportunidad, nos pusimos a platicar acerca del lugar de la guerrilla en el México de hoy. Le reconocí que el primer texto serio que leí sobre el tema fue “La guerrilla recurrente”, de su autoría; primero como adelantos publicados en La Jornada y Proceso, luego como un pequeño libro verde editado por la UACJ, inconseguible en la ciudad excepto por los buenos oficios de un librero de la calle Madero. Intercambiamos puntos de vista: la guerrilla debe ser comprendida, también, como el emergente de un reclamo social más profundo, me aseguró cuando ya había concluido la reunión. Le contesté que me preocupaba la idea de abordarla a partir de una imagen congelada (por ejemplo, sólo a partir de las explosiones de Pemex) y no como un proceso político-social dinámico desvirtúa su razón de ser y la vuelve un objeto que sólo puede ser aniquilable. Parece que la idea le resultó interesante porque para la próxima visita a México habíamos acordado encontrarnos nuevamente para profundizar en la cuestión.


    "Al leer sobre su muerte, recordé de inmediato las palabras que Cornelius Castoriadis dedicó a Hannah Arendt, aplicables para esta ocasión: 'No se honra a un pensador alabándolo y ni siquiera interpretando su trabajo, sino que se lo hace discutiéndolo, manteniéndolo así vivo y demostrando por los hechos que ese autor desafía el tiempo y conserva su vigencia'.

    Sin embargo, siento que hoy nos hemos quedado huérfanos".

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