El peso de los grandes hechos generalmente tarda en caer en la conciencia.
El lunes asistí a la audiencia entre peritos en el caso del asesinato de Alí Dessiré Cuevas Castrejón, en el juzgado 39 de lo penal.
La defensa solicitó un segundo peritaje. Alegó que una herida en el dedo meñique de Osvaldo Morgan era consistente con aquellas heridas resultado de un forcejeo o defensa. Eso, apostaban los abogados, reforzaría el alegato de Morgan: que había matado a Alí en defensa propia.
Frente a este alegato, el perito oficial (así se llama a aquel que examinó el cuerpo por parte del Ministerio Público) alegó que una sola herida de ese tamaño no era consistente con la mecánica de forcejeo.
Hasta ahí las cosas en mi cerebro estaban dentro de lo normal. Pero después retomé un dato que ya había escuchado, pero que no le había puesto verdadera atención: Alí no presentaba heridas en las manos, brazos y antebrazos, que son consistentes con la mecánica de forcejeo o defensa.
Y sé que lo escuché varias veces. Pero sólo entonces entendí el verdadero significado de esto. Alí, frente al ataque, no sólo no forcejeó, sino que ni siquiera levantó las manos cuando Osvaldo la atacó. No intentó ni tímidamente de defenderse de su atacante, su ex novio, el sujeto de afecto que, a pesar de haber terminado una relación, seguía en su entorno.
¿No metió la manos?, pensé para mí. Caray, es que esto va más allá de sólo reforzar la línea de que no hubo riña o pelea entre ellos. Es que simplemente Alí nunca se defendió. Hablé con un amigo que sabe de esos temas. Me decía, la ausencia de heridas en los brazos no sólo tira el alegato de la defensa propia (por parte de Osvaldo), sino que además podría acreditar la alevosía en el asesinato (aunque no acreditaría la premeditación, sí la segunda agravante).
Traté de imaginar la escena. Alí era una joven bastante alta para los estándares mexicanos. Medía 1 metro con 70 centímetros. No pudo ni siquiera levantar las manos para defenderse de la primera herida que recibió: en pleno rostro, en el ojo.
No levantó las manos para evitar las más de diez heridas en la cara, en el cuello. Las puñaladas en el estómago. ¿No le dio tiempo?, ¿simplemente se paralizó frente al shock de verse atacada así?, ¿no se lo esperaba?, ¿acaso la primera puñalada la dejó completamente fuera de combate?
Me enojé por dentro. Cómo pudo un hombre dar más de 20 puñaladas a una mujer que ni siquiera alzó las manos para defenderse… ¿cómo puede, entonces, alegar defensa propia?, ¿cómo puede alguien atacar a una persona que nunca levantó las manos? ¿Cómo se puede vivir con eso?
Ver: La maté pero...
martes, 8 de diciembre de 2009
Alí ni siquiera levantó las manos
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