Elamoresunperroinfernal, se repetía una y otra vez después de salir entre lágrimas secas a la calle. Una y otra vez daba la vuelta a la misma cuadra y, de nuevo, se detenía y daba media y vuelta. Nunca llegaba. Siempre a medias.
Elamoresunperroquevienedelinfierno. Y la dulzura del encierro vuelve a perfumar el tiempo. Aunque, nada es igual a la primera vez, es como la droga. Lo demás siempre es otra vuelta de tuerca.
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