Un día lo encontraron vestido de traje y corbata, todo mojado en agua de mar. Miraba con la mirada perdida la marea de las costas inglesas. Silencioso, se sospecha alguna enfermedad mental o amnesia. Entre 25 y 30 años. Un metro ochenta de estatura. Bien parecido. Se le ha dado lápiz y papel y lo único que ha hecho es dibujar un piano. Se le consiguió un piano y demostró tocar virtusoamente: piezas maravillosas de los compositores clásicos. Pero sigue sin emitir palabra.
Se ha especulado que es galés o irlandés o checoslovaco. De hecho, por lo menos una vez a la semana algún país reclama su nacionalidad y algún paisano afirma que lo conoció y que su nombre es Jim o Ben o whatever. Pero no se han dado cuenta. Pianoman no tiene país de origen. Es universal.
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