miércoles, 25 de abril de 2012

Mariana: ¿suicidio o feminicidio?



* Historia publicada en El Universal Gráfico el 10 de abril de 2012

Julio César Hernández Ballinas telefoneó a su suegra, Irinea Buendía, y le dijo: Tu hija Mariana se suicidó. La hallé colgada. Era el filo de las 7 de la mañana del 28 de junio de 2010.
Irinea, otra de sus hijas y el esposo de ésta se trasladaron en menos de media hora al hogar de Mariana, en el municipio de Chimalhuacán. Encontraron la casa abierta. Ballinas (como todos llaman a Julio César) se había ido. Aunque era policía judicial, dejó la escena del crimen sin resguardo.
Irinea entró hasta la recámara y encontró el cadáver de su hija Mariana recostado en la cama. Presentaba rigidez y lesiones: rasguños en el cuello, en la frente y moretones en las piernas. El pelo estaba revuelto, y su cuerpo había sido bañado y secado: tenía esas arrugas que deja el haber pasado mucho tiempo en el agua. Los pies estaban descalzos y limpios, mientras que el piso estaba sucio.
Irinea y sus familiares tomaron fotografías de baja resolución con la cámara de su celular. En la recámara había una bolsa con documentos importantes y maletas con ropa: los preparativos de Mariana para dejar a su esposo. Se iba por las golpizas que aquél le propinaba, la violencia y las amenazas de muerte que le hacía –incluso Ballinas le hablaba a Irinea y le decía que iba a matar a Mariana.
A los pocos minutos llegó Ballinas con los agentes ministeriales. Irinea lo cuestionó por haber movido el cuerpo, ya que existe un protocolo de cadena de resguardo, el cual Julio César conocía por ser policía judicial.
En su declaración, Ballinas dijo que llegó antes de las 7 de la mañana de trabajar. Como nadie le abrió, entró por una ventana (que, por cierto, siempre permanecía cerrada) y encontró a Mariana colgada. Trató de resucitarla, la acostó en la cama y le masajeó las piernas. (En una segunda declaración, por cierto, dijo que había pasado la noche con una amante.)
Sin embargo, Irinea constató que a las 7:30 de la mañana el cuerpo ya presentaba rigor mortis. Los análisis practicados un par de horas más tarde indicaron que llevaba entre 8 y 10 horas sin vida; había muerto entre las 11 y las 12 de la noche. ¿Ballinas acaso había tratado de “revivir” un cuerpo frío con rigor mortis?, cuestiona la familia.
El cuerpo de su hija no fue lo único que no encuadraba con la versión del suicidio: dos toallas húmedas, un celular, un control de televisión y cuchillos en el baño, así como botellas de esmalte tiradas en el piso. No había un solo bote de basura en toda la casa. Y uno de los tambos de agua-- siempre llenos—había sido vaciado.
Los ministeriales levantaron el cadáver en 10 minutos. Las fotografías tomadas por los peritos estaban desenfocadas, sin mejor calidad las del celular de Irinea y describieron la postura del cadáver en dos párrafos, explica el abogado Rodolfo Martínez. Inclusive, añade, son contradictorios los peritajes sobre la mecánica de asfixia que mató a Mariana.
Las pruebas están viciadas de origen, resume la señora Irinea: “en la averiguación previa no señalan que el cuerpo de mi hija fue movido. No se cumplió con el protocolo de investigación, no se recopilaron indicios, no se recuperó el cordón, con el que supuestamente se había ahorcado, sino hasta 11 meses después. Tampoco se hizo raspado de uñas”.
Creer en la ley
Mariana creía en la ley. Era pasante de abogado por la UNAM e iba a iniciar su tesis de titulación, explica su madre. Desde 2006, trabajó en el Centro de Justicia de Chimalhuacán. Ahí conoció a Ballinas, quien la convenció de dejar de trabajar después de casarse.
Pero la ley le ha fallado a Mariana y a su madre. “Denuncié las omisiones en la averiguación previa”. Hace unos meses, una juez decretó el no ejercicio de la acción penal en contra de Ballinas. Actualmente, la familia ha interpuesto un amparo indirecto contra las deficiencias en la investigación. Irinea espera que ahora sí la justicia no le falle a Mariana.

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