Columna Rendija, originalmente publicada el 9 de mayo de 2012 en el Universal Gráfico
Lydiette Carrión
En octubre pasado, el jefe de Gobierno Marcelo Ebrard visitó
las instalaciones del centro de procesamiento de desechos sólidos San Juan de
Aragón. A las pocas semanas se emprendió una gran restructuración: se trajo más
maquinaria para separar y reciclar desechos, apartar el vidrio y vender cartón
a las empresas de tetra pack (el futuro y el dinero se encuentra en esas
cajitas para leche). Y, dicen, los líderes del gremio de pepenadores perdieron
influencia.
Ahí adentro de las instalaciones de San Juan de Aragón,
Jesús Ramírez Villa, su mamá y sus hermanos atendían un restaurancito desde
hacía siete años: quesadillas, tortas, refrescos, dulces. Pero cuando empezó la
restructuración, Sergio León, jefe de Unidad Departamental de la panta, le dijo
que tenía que desalojar, porque necesitaban el espacio.
Jesús vio la maqueta del proyecto y no estaba contemplado el
edificio donde se hallaba el restaurante. Más aún, pidió que la Secretaría de
Obras le notificara por escrito. Jamás lo hizo. Según Jesús, las presiones para
sacarlo del lugar vienen del gremio de pepenadores: como han perdido influencia
(e ingresos), requieren de nuevos espacios. Pero es la Secretaría de Obras la
que está haciendo el trabajo sucio.
Hace un mes, llegaron policías para desalojar el negocio.
Jesús llamó a la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, que detuvo
el embargo.
El desalojo se detuvo por el simple hecho de que la
Secretaría de Obras expidió un documento (del cual El Gráfico tiene copia) en el que niega haber pedido a Jesús que se
vaya. Es decir, oficialmente, la Secretaría de Obras no tiene ni vela en el
entierro… y sin embargo intervino para llamar a la fuerza pública.
La actual situación de la familia de Jesús es insostenible:
personas desconocidas han vandalizado el lugar: vidrios rotos, carteles
arrancados. Jesús explica que se podría ir y ya, pero le parece injusto que las
autoridades del Distrito Federal se presten para hacer un desalojo ilegal.
Ignacio Reyes, del área de comunicación social de la
Secretaría de Obras, advierte que la secretaría no hará ningún desalojo y de
esto ya ha informado a la CDHDF, sin embargo, enfatiza que el predio donde se
encuentra el negocio de Jesús pertenece a la Ciudad, por lo que el gobierno
puede disponer de aquél cuando así lo requiera.
En diciembre pasado, el tema de la basura acaparó los
titulares de los periódicos: la ciudad estaba inundada en basura. Pero detrás
del cierre del Bordo Poniente, el reciclaje de la basura, la ecología—había, y
hay, otros intereses más, llamémosle, terrenales: los dineros. La basura es un
negociazo.
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