En abril de 2011, las procuradurías del Estado de México y
Puebla desmantelaron una banda que presuntamente levantó a dos jovencitas de 14
años en el estado de México, las mantenía cautivas y las obligaba, bajo
amenazas y golpes, a prostituirse en bares poblanos.
El Gráfico ha publicado la historia de las adolescentes
rescatadas y cómo hasta la fecha no han podido regresar a la escuela y viven
sin protección de las autoridades en el mismo pueblo de donde fueron raptadas.
En esta ocasión se pone a consideración los testimonios de otras víctimas: las
hijas de uno de los tratantes, quienes, si bien no fueron explotadas, sí
pasaron una parte de su infancia expuestas de manera cotidiana a los ires y
venires de un prostíbulo donde explotaron a jovencitas, apenas un par de años
más grandes que ellas.
Esta es la visión de Blanca, de entonces 11 años y Adela, de
13, hijas de José N N, detenido y acusado desde abril de 2011 de delincuencia
organizada, lenocinio y corrupción de menores. Su declaración se encuentra en
la causa penal 2/2011 con sede en San Andrés Cholula, Puebla. Hasta la fecha,
ninguna organización ha logrado dar seguimiento del paradero y bienestar de
estas dos niñas. Adela: “Desde que yo me acuerdo vivía con mis papás y mis tres
hermanos. Pero cuando tenía como 10 años mi mamá nos llevó a vivir a mis
hermanitos y a mí a Veracruz, a casa de mi abuelita. Mi papá se quedó a vivir
en Los Reyes de Juárez, Puebla. Como a las tres semanas mi mamá nos dijo que se
iba a ir a vivir a Estados Unidos para ganar dinero y podernos comprar cosas.
Cuando mi mamá se fue mi papá nos trajo de regreso a vivir con él.
“Mi papá tiene un bar al lado de la casa que se llama El
Rey. A mí me molesta porque hay muchos borrachos y luego hacen mucho ruido”.
Blanca: “Mi papá todos los días abre su bar a la hora que él
quiere, pero es siempre después de las ocho, también hay como nueve muchachas
que bailan con borrachos y toman cerveza con refresco. Yo esto lo he visto en
las mañanas y en las noches, porque a veces me asomo al bar.
“Cuando me voy a la escuela veo a las muchachas que están
bien tomadas y tienen cervezas en las mesas. En las mañanas veo esto porque mi
papá cierra bien tarde el bar, como a las ocho de la mañana. La otra vez vi
algo bien chistoso, porque un señor apenas iba a entrar y su esposa ya lo había
ido a traer con la chancla.
“A mí me gusta ir al bar cuando no hay gente porque a veces
me encuentro dinero tirado en el piso. He visto que adentro hay como 10 cuartos
y cada uno tiene una cama y una mesa, y mi papá me ha dicho que esos cuartos se
los da a las muchachas para que se queden a dormir. Pero yo sólo he visto a dos
muchachas que se quedan: a una que le dicen Adriana, pero la apodan El Gato con
Botas y otra que se llama Sandra.
“Hace rato yo andaba jugando en el bar con mis hermanos, las
muchachas estaban tomando cerveza y bailando en un tubo con los señores, cuando
vi mucha gente que entró al bar. Mi tía Guadalupe Sánchez, que estaba durmiendo
en uno de los cuartos, despertó y nos dijo que nos tapáramos bien. Las personas
que entraron eran como policías y pues ya nos trajeron para acá.
“También quiero decir que ahí —junto al bar— vive mi
abuelita, que se llama Margarita, es la mamá de mi papá, y ayer en la noche
—cuando nos trajeron acá— mi abuelita se fue a esconder a un gallinero que
tiene en su casa, con una muchacha que creo es de Tecamachalco. Ella tiene más
de 20 años porque ya no se ve chiquita y llegó a trabajar al bar casi desde que
mi mamá se fue a Estados Unidos, entonces yo tenía siete años y ya voy para los
11. Esta muchacha vive con mi abuelita, pero trabaja en el bar, en la barra,
pero a veces también la veo bailando y tomando con los clientes. Pero no sé por
qué se haya ido a esconder con mi abuelita al gallinero, sólo sé que ella se
salió del bar cuando llegaron las personas y antes de que la vieran se fue”.
Publicado en El Gráfico el 12 de febrero de 2013
imprsionante, seguramente hay mas de esta informacion, muchas gracias por compartir, recibe un abrazo
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