El conflicto en la Universidad Autónoma de la Ciudad de
México, que mantiene a la mayoría de sus 14 mil 800 estudiantes sin clases, no
se dio por generación espontánea. Como todas las crisis, tiene un trasfondo de
intereses . Y por intereses me refiero al deseo (legítimo) que un grupo de
personas puede tener por dirigir o decidir sobre una institución, dinero
público, o cómo se hacen las cosas.
En la UACM la historia comenzó hace un par de años, cuando
la rectora Esther Orozco hizo público un diagnóstico de la institución, en el
que demostraba que los resultados académicos eran bajos y francamente
mediocres.
Varios miembros de la universidad advirtieron, y no les
faltó razón, que con sólo 10 años de existencia, era de esperarse que la
universidad no alcanzara los mejores estándares.
El grupo que ahora llaman “orozquista” reviró que eran
necesarias reformas para remontar los pobres resultados académicos. Tampoco les
faltó razón, pero sí les faltó la capacidad de cabildeo hacia adentro de la
institución; a la rectora también le faltó prudencia en sus declaraciones.
A los que rechazaron a Orozco y desde entonces la volvieron
su peor enemiga, también les faltó la inteligencia de no llevarse entre las patas
un proyecto tan noble como puede ser una universidad gratuita y pública.
Recientemente, con las elecciones internas y el posterior
cierre de planteles, este conflicto ha alcanzado un clímax. Y se suma un factor
que, si bien parece externo, está influyendo: la fragmentación de los grupos
perredistas en el gobierno, a causa de la crisis que sufre el PRD.
Lo que cuelga en un hilo es la única universidad pública que
se ha fundado en la Ciudad de México en los últimos 20 años, y cuyo
planteamiento inicial es demostrar que la educación pública es viable y
efectiva.
Por cierto, la educación gratuita y pública sí es viable. Lo
han demostrado países de la más diversa orientación política. Desde Canadá
hasta Cuba. El tema es que los distintos grupos recuerden el objetivo inicial y
no hagan naufragar una institución tan nueva, y por tanto tan vulnerable, en
sus luchas intestinas.
Se les olvidó mencionar que lo que se demanda con el paro es la instalación de consejeros elegidos en las urnas, los cuales fueron impugnados en un proceso que a todas luces fue ilegal, por ello no se han querido abordar las impugnaciones por parte de los orozquistas en las mesas de diálogo.
ResponderBorrarTodo será abordado en entregas posteriores. Pero creo que en el caos se está perdiendo de vista que se trata de una institución muy joven, por ende muy frágil, y que un golpe a la propuesta de educación superior pública y gratuita en este país es muy grave. Saludos
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