Era un sábado de Gloria. La calle hervía de gente y agua. Nadie
vio hacia dónde se dirigió Zaira López Maldonado.
Doña teresa Maldonado había pasado todo el día vendiendo
aguas y refrescos en un negocito que la
familia atiende afuera de su casa, en la colonia Tlapacoya, Ixtapaluca, Estado
de México. A su hija mayor, Zaira López, de 20 años, le había tocado ayudar el
día anterior, y ahora tenía el día libre. Salió a la calle desde las 4 de la
tarde y regresó alrededor de las 19:40 horas. Se echó en la cama a platicar con
su mamá, quien tomaba un descanso de la vendimia. Alguien llamaba
insistentemente al celular de Zaira. La joven finalmente contestó; y dijo a
quien fuera que estuviera del otro lado de la línea: “ahorita salgo”. Dejó su
casa poco después de las ocho. Es la última vez que su familia la vio.
Zaira López Maldonado desapareció el 23 de abril de 2011. Ha
pasado un año. Su mamá, Teresa Maldonado, relata la historia, entre lágrimas.
Ese sábado, cuando Zaira desapareció, la familia cerró el
negocio hasta las 11 de la noche. Con las fiestas habían vendido bien, pero
estaban exhaustos. A las 23:30 horas, doña Teresa telefoneó a Zaira. El celular
estaba apagado. Ya no intentó llamarla más tarde. Quizá su hija había ido a
alguna fiesta y sólo se olvidó de llamar. Todos en casa se fueron a dormir. A
la mañana siguiente, se dieron cuenta de que Zaira no había regresado. Entonces
se encendió la alarma.
Ese domingo, llamaron a los amigos de Zaira, a su novio,
preguntaron entre los vecinos. Nadie la había visto. También llamaron a
Locatel, les dijeron que debían denunciar ante el ministerio público.
El lunes, los familiares se presentaron ante la agencia del MP
en Ixtapaluca, Estado de México, pero los agentes no les permitieron interponer
la denuncia. Alegaron que a ellos “no les tocaba”. La señora Teresa fue al DIF. Pero, después de varias
horas de espera, ya no la atendieron, las horas de atención al público habían
terminado. Al día siguiente (martes) regresó al DIF. Después de varias horas de
espera, los funcionarios le aclararon que
su hija era mayor de edad y por tanto el caso correspondía al MP. Regresó a las
oficinas de Ixtapaluca y la rechazaron de nuevo. Sin saber qué hacer, doña
Teresa regresó al DIF y les solicitó una carta para que la atendieran en el
ministerio público. Ya con la carta, en el MP la canalizaron a la Agencia del Ministerio Público
Especializada en la Atención a la Violencia Intrafamiliar y Sexual (AMPEVIS).
La señora Teresa logró levantar la denuncia hasta el día 29
de abril de 2011. Casi una semana después de la desaparición de Zaira. Habían
pasado los momentos más valiosos para localizar a una persona: las primeras 48
horas de su desaparición.
La familia consiguió la sábana de llamadas del celular de
Zaira. Entregaron la información al ministerio público del Estado de México.
Hasta la fecha, esa información sigue archivada, denuncia doña Teresa.
Los familiares también consiguieron los movimientos de Zaira
la noche que desapareció mediante la localización geográfica de su celular. Ese
sábado, la joven nunca se alejó de su casa. La última señal del celular se
emitió en Amecameca, Estado de México, muy cerca de su colonia. La familia teme
que la persona responsable de la desaparición de Zaira viva cerca y tome
represalias. Actualmente, el caso ha
sido tomado por autoridades federales.
Al terminar el relato, la señora Teresa quiere enviar un
mensaje a su hija: “Quiero que sepa que la quiero mucho, la sigo esperando. Y
que dios me la bendiga, donde quiera que ella esté”.
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