martes, 24 de julio de 2012

La historia Cécile

Lydiette Carrión

Había una vez una joven  perfecta. Espigada, un rostro precioso enmarcado por unos bucles color chocolate. Aunado a un caminar elegante, detenía el tráfico. Pero Cécile Acosta no era sólo una niña bonita. Estudiaba piano, danza. Conforme fue creciendo, ingresó a la Escuela Nacional de Antropología e Historia, se graduó con honores y después realizó una maestría en etnología; se diversificó: practicó el yoga y se convirtió en maestra de esta disciplina; conoció las danzas, la filosofía  de India y se enamoró de ese país.

Cécile tenía la rara cualidad de que, a pesar de su talento y belleza, era sencilla y mostraba empatía hacia los demás. Conocía lo que era trabajar desde muy joven, había mesereado para pagarse la escuela, tomaba el pesero como todos los demás. Sin embargo, al verla caminar, uno no podía dejar de pensar: a esta chica le va a ir muy bien en la vida. Lo tiene todo, y además se lo merece. 

En algún momento, Cécile conoció a Martín Manrique, un matemático, que proviene de una de las familias más distinguidas y poderosas del ámbito intelectual mexicano. 

Parecía un cuento de hadas, pero no lo fue. Aunque Cécile quería a Martín -más aún, lo admiraba; dicen sus amigos cercanos que se refería a él como un genio- fue una relación intermitente, difícil. En 2007 tuvieron hermosa niña, pero poco después la relación comenzó a deteriorarse rápidamente.  

Manrique la golpeó. Los amigos cercanos de Cecile advierten también que la aisló de su familia. Hizo acusaciones contra  la pareja y la madre de Cécile, si bien éstas luego fue desechadas por un perito experto. Ambos pusieron fin a la relación, y acordaron que la niña pasaría un año con el padre y otro año con la madre, para que la pequeña no prescindiera de ninguno.

Siguieron años bien difíciles para ella: soledad, alejada de su familia debido a las acusaciones de Manrique, con poco dinero y haciendo los malabares de toda madre soltera.

En junio de 2011,  Manrique se fue a la India a estudiar un doctorado en matemáticas. Se mudó con la pequeña (corría su año del acuerdo), que estaba por cumplir seis años, a la Universidad de Kalasalingam, al sur de ese país.

Para estar cerca de su hija, Cécile consiguió una beca para estudiar danza hindú en  la Universidad de Arte y Cultura Kerala Kalamandam. Estaban en ciudades distintitas; Cécile viajaba cada 15 días un trayecto de 15 horas y en el que tenía que tomar varios transportes, para visitar a su pequeña. Según el acuerdo extraoficial de la expareja la niña debería regresar con su madre a partir de agosto de 2012. 
“¿A dónde llegaron las cosas para que estos deseos y proyectos terminaran en tragedia? Aún no se saben”, escribieron la madre y hermanos de Cécile, quienes están seguros de que Manrique la mató.

El 4 abril, Cécile visitó a su hija; el 9 de ese mes, debía emprender el regreso a su ciudad. Pero, según la revista Gatopardo, días después de la fecha fijada, el actual novio de Cécile buscó a Manrique para decirle que Cécile nunca había regresado. Hasta entonces se reportaron los hechos a la policía. El lunes 16 de abril, la familia de Cécile en México se enteró a través de la prensa. Apenas habían comenzado a organizar una campaña para su búsqueda cuando, al día siguiente, la policía había determinado que los restos calcinados de una mujer hallados en otra localidad pertenecían a la mexicana desaparecida, y que Manrique era el responsable. La policía india presentó una serie de pruebas: huellas del auto, un pedazo de plástico que corresponde al carro de Manrique, una confesión firmada en inglés.  Al momento de su muerte, Cécile tenía 36 años.

La familia de Manrique ha alegado que las pruebas son “sembradas” y la confesión fue hecha bajo tortura. La familia de Césile asegura que se trata de un asesinato anunciado, dada la violencia al interior de la pareja; los amigos de Cécile temen que el poder y el prestigio de la familia de Manrique muevan la balanza a su favor. 

Texto publicado en El Universal Gráfico el 24 de julio de 2012.


Actualización:
Este mismo 24 de julio, la familia de Cécile informó que Martín Manrique ha sido liberado bajo fianza. 

martes, 17 de julio de 2012

Cleidi sobrevivió a La Bestia



 
 
Lydiette Carrión
 
Conocí a Cleidi el 10 de mayo pasado. Una joven de 22 años salvadoreña, bajita,  regordeta, apiñonada y una sonrisa brillante. Me contó su historia, mientras daba de comer a mexicanos y centroamericanos por igual.
 
Cleidi trabajaba 12 horas como mesera en su país natal El Salvador, y no le alcanzaba para mantener a su hija de seis años, a quien llamaremos Rosa. Un día, encargó a su nena con familiares, agarró un dinerito, una muda de ropa y emprendió el camino rumbo a Estados Unidos. En México, en Tenosique, Tabasco,  montó el tren,  “la Bestia”.
 
En los trenes, le robaron lo poco que traía, unos tipos trataron de abusar de ella, pero se salvó, cuenta, porque rezó muy fuerte. Vio cómo una señora quedaba bajo las ruedas del tren, despedazada; y por poco ella misma pierde la vida al saltar de un vagón.
 
Sin un peso y exhausta, Cleidi llegó al albergue de migrantes en Lechería el Estado de México, que, se calcula, recibía a unos 200 migrantes diarios.
 
Ahí  tuvo oportunidad de llamar a su pequeña Rosa. Sin embargo, no tuvo corazón para decirle que apenas estaba en México, a la mitad de camino, y que estaba viva de milagro. Le mintió: dijo que ya había llegado a EU. Rosa se puso muy feliz y le pidió a su mamá un cochecito de baterías de “Princesa”.
 
Cleidi pasó un mes en el albergue, y se enteró que rumbo al norte (San Luis, Piedras Negras) estaba peligrosísimo. Con los zetas dominando las carreteras, hay una alta probabilidad de ser secuestrado y terminar en una fosa clandestina. Los migrantes mexicanos también se encontraban horrorizados.
 
Esto fue hace unos meses. No sé qué ha pasado con Cleidi; sólo sé que estaba buscando enviarle el cochecito a Rosa. Pero este lunes, las autoridades del albergue de Lechería anunciaron su clausura. Los vecinos perciben a los migrantes como un peligro y se han dado enfrentamientos entre migrantes y mexicanos. Las autoridades no han hecho nada para solventar  esta situación.
 
En el norte del país, han cerrado otros albergues debido a las extorsiones del crimen organizado. En el sur, el padre Solalinde (gran defensor de los migrantes) tuvo que dejar por un tiempo el país, debido a amenazas. En estos días, sólo queda clara la poca solidaridad que los mexicanos hemos mostrado hacia nuestros hermanos centroamericanos. Parece que sólo “damos posada” cuando cantamos villancicos el 24 de diciembre. Hoy me da vergüenza nuestra mezquindad.
 Columna Rendija publicada el 11 de julio de 2012.

Barbie: con la ley en contra


El señor Alejandro Reyes Aceves relata con serenidad el día del secuestro de su hija Barbie, como quien lo ha hecho en innumerables ocasiones.
La mañana del 8 de agosto de 2011, explica, su hija María Bárbara Reyes Muñiz–o Barbie, como todos la llaman–, de entonces 16 años, tomó la camioneta familiar y se dirigió a la Preparatoria número 163 de Cuautitilán, para realizar su inscripción al segundo año.
Barbie llegó a su casa alrededor del mediodía, dejó el coche y salió de nuevo, a pie. Algunos vecinos la vieron salir.  Se comunicó con su mamá, mediante el servicio de mensajería de Blackberry, y le dijo que iba con “una amiga de la escuela” al centro comercial Luna Park. Más tarde, reflexionaría la familia, ese mensaje era raro: Barbie no había mencionado el nombre de la amiga, no se había llevado el auto y Luna Park no era un centro comercial al que le gustaba ir.
Barbie tuvo comunicación con su novio a las dos de la tarde, pero después ya no contestó los mensajes de nadie. Alrededor de las cinco, preocupada, la mamá pidió a sus otras hijas que la acompañaran a Luna Park. Buscaron a Barbie en las tiendas, el cine, mostraron fotos a los policías. Nadie la había visto. Pasaban de las 7 de la noche y la mamá salía del centro comercial cuando llegó el primer mensaje del secuestro. “Mira la cosa esta así […],quero 500mil pesos para mañana a las 11 no estas para poner condiciones y no me importa hablar contigo hasta maÑana. Obviamente nada de policías […]” (SIC).
La mamá  llamó al señor Alejandro Reyes, padre de Barbie, quien se trasladó de inmediato a la casa. La cerrada en la que vivían se volvió un pequeño campo de batalla, los vecinos se enteraron,  la gente entraba y salía. A las nueve de la noche, recibieron otro mensaje:
“Tu crees que somos pendejos o que, vivo demasiado cerca como para no notar que ya hiciste tu desmadre […], si quieres a tu hija te necesito en 5 horas en queretaro con la camioneta y sus papeles asi como el matiz y sus papeles […] solo te quiero a ti, tus hijas […]” (SIC).
El señor Reyes Aceves se trasladó al ministerio público. Regresó a casa con un negociador de la policía. Enviaron un mensaje a los secuestradores entre las 11:30 y las 12 de la noche, pero éstos ya no respondieron.
LA LEY EN CONTRA
Desde entonces la familia se ha enfrentado  a una serie de huecos legales que les ha impedido que avancen las investigaciones. La familia solicitó acceso a las cámaras de seguridad al interior de Luna Park. “El procedimiento y las normas son realmente muy estúpidos, porque se pierde mucho tiempo”. Luna Park finalmente accedió a dar las grabaciones, pero después de que habían pasado varios días, tiempo invaluable en un secuestro. “Estuvimos alrededor de 36 horas viendo videos, pero no encontramos ninguna evidencia de que mi hija haya estado ahí”, explica el padre.
Asimismo, cuando las personas de interés fueron interrogadas por el ministerio público, algunos de ellos mintieron. Pero la ley no lo sanciona, porque no lo hicieron frente a un juez. Los mentirosos se fueron impunes.
La familia ha solicitado que se incluya en el sistema de recompensas el caso de su hija. Las autoridades han hecho oídos sordos a esta petición.
Pero quizá lo que más les ha afectado es que, hasta la fecha, la compañía telefónica Iusacell Unefon no ha entregado completos los registros de radiolocalización del teléfono de Bárbara, a pesar de que éste sigue funcionando y los padres lo siguen pagando. El señor Reyes Aceves asegura que han solicitado esta información en 14 ocasiones, pero tampoco existe una sanción legal para la compañía.
La familia tomará medidas drásticas: el 8 de agosto, el padre iniciará una huelga de hambre y un plantón permanente, hasta lograr la firma de compromisos de los dueños de la compañía Iusacell, del presidente Felipe Calderón, del gobernador del Estado de México Eruviel Ávila, así como del ciudadano presidente electo Enrique Peña Nieto, frente a las oficinas corporativas de la telefónica. 

*Texto publicado en El Universal Gráfico el martes 10 de julio de 2012.

*** Para leer más: La buscaron por todo el país. Estaba a unos kilómetros de casa